domingo, 6 de mayo de 2012

Ernesto Odriozola: 150 años de su natalicio


Un día como hoy, 6 de Mayo, corriendo en Lima el año 1862, nació el Dr. Ernesto Odriozola, autor de "La Maladie de Carrión" (publicado en 1898), considerado la mejor fuente escrita de observaciones clínicas sobre la verruga peruana.

Dr. Ernesto Odriozola Benavides

Hijo del Dr. Manuel Odriozola Romero, que fuera fundador de San Fernando, junto al Dr. Cayetano Heredia, tercer Decano de Medicina que tuvieron en su historia, y quien tuviera dos periodos de gobierno universitario (1881-1884 y 1886-1888); de su madre, doña Rosa Benavides, solo se menciona una ilustre prosapia familiar.

El joven Ernesto inició sus estudios secundarios en Lima, y en 1878 ingresa a la facultad de Medicina, teniendo como compañero de carrera a Carrión; al final, obtiene el Bachillerato en 1883, cuando su padre era el Decano de San Fernando. Al año siguiente el Gobierno Regenerador del Presidente Miguel Iglesias, destituyó al Dr. Manuel Odriozola del Decanato de la Facultad de Medicina de la UNMSM, por lo cual, Ernesto no llegó a titularse en el Perú.

Dr. Manuel Odriozola (padre)

La familia viajó a Francia, en donde el entonces Bachiller Ernesto Odriozola continuó sus estudios en la Universidad La Sorbona, graduándose en 1888 como Doctor en Medicina, con la tesis «Le Coeur Senile» (El Corazón Senil).

Ese mismo año, en junio de 1888, Ernesto regresó al Perú, donde su padre ya había sido repuesto en cargo de Decano dos años antes; siendo nombrado Director de Anatomía de San Fernando, luego de la revalidación de su título de Médico Cirujano, en nuestra patria.

En 1889 obtuvo en el Perú, el Grado de Doctor en Medicina y fue incorporado a la Academia Nacional de Medicina, y siendo 3 veces su Presidente: 1903-1905, 1912-1913 y 1921-1922.



PUBLICACIONES
Entre sus publicaciones son notables: Su tesis «Le Coeur Senil», que fue elogiada por el Profesor Letulle de la Universidad de París, de quien fue discípulo predilecto. Sus «Lecciones Clínicas» que se han comparado con las de Trousseaux y Dieulafoy le dieron mucho prestigio en Latino América y en España.

En 1898 publicó, en París y en idioma francés, su obra maestra, “La Maladie de Carrion; ou, la Verruga Péruvienne” (La Enfermedad de Carrión; o, la Verruga Peruana), con la editorial Parisina Carré et Naud. El libro ha sido calificado como la de «mejor sistematización expositiva, el resumen más acabado de la verruga peruana. Libro de enseñanza escrito con elegante sencillez, rico en información, pleno de documentación debidamente seleccionada.

No es menester de este post resumir su famoso libro; sin embargo, es importante resaltar el más puro estilo enciclopédico francés con base en observaciones clínicas, que le impregnó el Dr. Odriozola. Allí, con el carácter de una primicia mundial, describió la historia natural de la, para entonces, llamada "Enfermedad de Carrión".

Odriozola, en su clásico libro, puso un énfasis muy grande en la iconografía de los diversos aspectos de esta interesante enfermedad en una forma hasta ahora no superada, aunque los conocimientos sobre la biología de la enfermedad hayan avanzado. El fue un destacado profesor médico heredero de una ilustre tradición.

Fotos de la "Erupción de Carrión"
Fue Ernesto Odriozola el que se encargó de divulgar, en el idioma francés, la historia natural de esta enfermedad. Su libro apareció en 1898, en gran formato, titulado La Maladie de Carrión. Habiendo logrado el autor, con esta publicación, llenar un vacío y abrir un camino para otros estudios con mayor rigor académico.

Odriozola coleccionó una serie de casos documentados clínicamente, en total diez casos. Las dos fases de dicha enfermedad fueron descritas clínicamente, y bautizadas por el autor como “Fiebre Grave de Carrión”, acuñada, en 1875 para describir a la fase hemática; y la segunda fase de las verrugas fueron bautizadas por Odriozola como “Erupción de Carrión”. Asimismo, y siguiendo la costumbre francesa de clasificar, describió las dos formas principales: Una que le denominó milliar, con una sub-variedad "sudaminosa". La otra le Ilamó "mular"; otro desafortunado término que fue adoptado y consagrado por Odriozola.

VIDA ACADÉMICA
Odriozola continuó en Lima una brillante carrera universitaria. Fue nombrado profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos; primero de Anatomía Topográfica y Medicina Operatoria, y en 1908 profesor de Clínica Médica. Esta última era una de las cátedras más prestigiosas de la Facultad de Medicina y en la cual permanecería durante el resto de su carrera. Gracias a su talento y capacidad, así como a la procedencia de su familia y su formación francesa, se convirtió en uno de los médicos limeños más requeridos. Ernesto Odriozola era el médico obligado de consulta para «todos los casos difíciles».

En opiniones de sus colegas, sus discípulos y personas notables del país y extranjero, Ernesto Odriozola fue «El más conspicuo médico del último cuarto del siglo XIX, era el corifeo de las letras médicas peruanas. Era, sin disputa el médico más notable del Perú por sus cualidades intrínsecas, por su sólida cultura, por su práctica ya bastante dilatada; en su confianza había de admirar sus dotes de Maestro magnífico, comtemplar las fases de su análisis inquisitivo, para penetrar en la urdimbre práctica y conducidos por el hilo de la patografía más acabada, avizorar la terapéutica fructífera y oportuna.

Al igual que su padre al mando de la Facultad de Medicina, a la edad de 49 años, fue el Décimo Decano que tuvo “San Fernando”, de la decana Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y su gestión duró 11 años, desde 1911, sucediendo al Dr. Manuel G. Barrios Mendoza, hasta su muerte, estando en su Oficina del Decanato de la Facultad de Medicina, el 16 de Marzo de 1921, siendo sucedido en el cargo por el Dr. Ricardo Flores Gaviño.

Mientras fue Decano, creo nuevas cátedras como las de Sífilis, Neurología, Psiquiatría, Medicina Tropical y Cirugía Infantil (algunas de las cuales había visto formar parte de la enseñanza médica en Francia).

Fue el decano insustituible. Su gestión era siempre orientada por el derrotero más feliz y llevado a cabo con la más elevada de las miras», era «uno de los hombres de ciencia más ilustres y una de las personalidades más respetadas y notables del Perú. El vigor y solidez de su talento y de su ciencia le daban una amplitud, una penetración, una riqueza y un equilibrio admirables en las ideas y en su exposición y desarrollo en la Cátedra.

Debido a su labor en la entonces Sala Santo Toribio del Hospital Dos de Mayo, la Sociedad de Beneficencia, después del fallecimiento del Dr. Odriozola, le puso el nombre de Sala Odriozola.

La personalidad del Dr. Ernesto Odriozola era de rectitud, de nobleza y de bondad incomparables. No hubo circunstancia, accidente, amargura, ni prueba de la vida que quebrantara la integridad de su espíritu. Nunca pasión alguna oscureció su mente ni perturbó sus sentimientos. Su vida fue inmaculada, jamás se apartó del cumplimiento del deber. Su única aspiración era hacer el bien, según Javier Prado, Rector de la Universidad.

La vieja casa de Unanue tuvo en él a su figura más notable, y los estudiantes tuvieron al maestro más querido. Había alegría en aquellos estudiantes, cuando llenos de respeto le veían pasar, atrayéndolos siempre con su sonrisa paterna y cariñosa. El Dr. Odriozola sentía inmenso cariño por los jóvenes, conocía doblemente sus deberes para ellos, y por la vocación natural e imperiosa de su espíritu los cumplía amorosamente, sin importarle para nada sacrificio ni dolor. Los estudiantes que le veían escuchar, lleno de bondad, sus iniciativas, siendo benévolo y atento para las entonces rebeldías juveniles, deben comprender hoy la importancia de la celebración de los 150 años de su natalicio. Siglo y medio de recordar a un gran médico,  académico, científico, docente y ciudadano peruano.

Referencias Bibliográficas.-

- GARCIA C. Uriel & GARCIA V. Uriel. “Ideas e imágenes en la Enfermedad de Carrión”. Folia Derm. Per. Vol 10 Nº01. 1999
- UGARTE Luis Angel. “Ernesto Odriozola Benavides (1862 - 1921): Semblanza”. Anales Fac. Med. Vol 57 Nº04. 1996
- CUETO Marcos. “Un capítulo de la influencia francesa en la medicina peruana: Ernesto Odriozola y la Enfermedad de Carrión”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines Vol 36 Nº1. 2007

Editado por Historia de la Medicina Peruana - Dr. Jampieer Sánchez Castillo.

lunes, 24 de enero de 2011

Afrodescendientes y Medicina Peruana


Afroperuano/a es un término que designa a la cultura de los descendientes de las diversas etnias africanas que llegaron al Perú durante la Colonia, logrando una uniformidad cultural. 
Primeros afroperuanos
La población afroperuana se halla, principalmente en la costa surcentral, especialmente en Lima, Callao, y en las provincias de Cañete, Chincha, Ica, y Nasca. El otro segmento importante de población afroperuana se encuentra en la costa norte ubicada mayoritariamente en la zona septentrional, entre Lambayeque (Zaña, Cayaltí), Piura y en menor medida Tumbes. En Piura se encuentra Yapatera, la ciudad con el mayor porcentaje de población afroperuana del país.
Los términos afroperuano y afroperuana están más relacionados con la cultura desarrollada por los actuales descendienes de los negros coloniales que con un concepto puramente étnico, ya que las poblaciones africanas que arribaron al Perú durante la Colonia experimentaron a través de los siglos un profundo mestizaje con la población criolla y nativa. 
Se estima que el total de la población de origen afroperuano oscila en 7% del total nacional, la mayoría se encuentra amestizada, es decir, zambos, mulatos y negros conforman un 7% del total nacional.
Ya en un artículo anterior, se relata la historia y vida de quizás, el primer afroperuano que utilizó la medicina con destreza, aunque sin los estudios científicos rigurosos, Fray Martín de Porres ("El Enfermero Martín").
El Dr. Uriel García Cáceres, médico, investigador científico, político e historiador de la medicina peruana, hace una entrega publicada el día de ayer en el Diario "El Comercio", sobre la historia de los afrodescendientes en la medicina peruana; que como sanadores, aunque poco se mencione, durante el Virreinato y en la época republicana, hasta mediados del siglo XIX, jugaron un papel importante como profesionales de la salud. Aquí colocamos el texto completo de su artículo:

Desde la época de los reyes católicos se prohibió, en España, el ingreso a las universidades a los no descendientes de españoles. Esto para imposibilitar que judíos y árabes se titulasen como profesionales de cualquier clase. Resultaba, sin embargo, que los mejores médicos, sobre todo los que atendían a la nobleza, pertenecían a esas etnias.
La especialización
En España, y solo allí, las profesiones médicas se clasificaron como: doctores o físicos –el grado máximo–, eran sometidos a examen después de estudiar en la universidad; cirujanos latinos: obtenían grado de bachiller en una universidad con dominio del latín –la lengua académica–, además, aprendían anatomía y la supuesta curación de las enfermedades de la piel; cirujanos romancistas: una suerte de enfermeros sin autorización para recetar ni manejar el latín; finalmente los sangradores: que seguían un curso de reconocimiento de las venas superficiales para extraer sangre del sitio escogido y en la cantidad indicada por el médico tratante. Esto diferenció a los españoles del resto de países en los que cirujanos podían ser barberos.
San Fernando: formador de médicos en el Perú
Protomedicato peruano
En nuestro país, con varios siglos de adelanto, se creó una institución descentralizada que calificaba a los profesionales de la salud y vigilaba su adecuado comportamiento. Estos fueron los llamados Tribunales del Protomedicato. Los historiadores desconocedores del protomedicato creen que en España y sus colonias los cirujanos eran solamente barberos y sangradores.
En América, sin embargo, se cometía la injusticia de exigirse un ominoso certificado de pureza de sangre, para entrar a la universidad y poder obtener los títulos de doctor o cirujano latino, pues no podían admitirse a personas que “avergonzaran” a sus compañeros por pertenecer a castas inferiores (como reza textualmente una pragmática de Felipe III, del siglo XVIII).
Médicos de estas tierras
Pese a todo, en las colonias españolas de América, y en especial en el Perú, ocurrió algo singular. Los afrodescendientes fueron admitidos para obtener el título de cirujano latino, profesión que casi ningún criollo deseaba (los hijos de íberos puros no deseaban ser cirujanos latinos). 
Los únicos blancos fueron los cirujanos españoles adscritos a los batallones militares de ocupación. Para atender la demanda por este tipo de profesionales, el Real Protomedicato de Lima tuvo que admitir a los descendientes africanos como cirujanos latinos. 
Por alguna razón, quizá por la innata habilidad manual, se prefirió a los afros para amputar piernas o brazos, drenar panadizos, suturar piel y tejidos desgarrados o practicar necropsias. No se hizo lo mismo con los amerindios o sus mezclados.
Hijo de esclavizado
Pedro de Utrilla ‘El Joven’ fue un cirujano latino graduado en San Marcos, hijo de un esclavo liberto de quien se dice que fue también cirujano (aunque no hay pruebas como sí las hay de ‘El Joven’). 
Ejerció su profesión brillantemente, con fama y prestancia. Sus sucesores constituyeron una tradición de cirujanos de esa etnia hasta mediados del siglo XIX. Existe prueba documental de las importantes operaciones y autopsias que realizó DeUtrilla en Lima. 
Fue el único que se salvó de la diatriba mordaz de Caviedes, quien le compuso un vejamen –texto burlesco que se redactaba para un recién graduado– en el que alabó sus virtudes sin dejar de zaherirlo con maestría:
A una mujer abrió en suma
Por la parte que no cierra
Y una piedra le sacó
Que pesaba libra y media
La mujer no murió, por
Estar de Dios que viviera […]
El ‘Cachorro’, como motejó De Utrilla al poeta, fue un notable cirujano con bien ganado prestigio. Hay que destacar que esto mismo no ocurrió en otros lares. En Norteamérica hubiese sido imposible que un africano ejerciera legalmente la profesión médica.
Dr. Eugenio Espejo
El doctor Espejo
El doctor Eugenio Espejo, de nombre “remodelado” para bautizarlo (en realidad Eugenio Francisco Xavier de Santa Cruz y Espejo), fue un sobresaliente hombre –mitificado y desfigurado– que hasta en sus retratos aparece cambiada su apariencia facial. 
Fue hijo de un indio quechua de Cajamarca –Luis Chuzigin– y de una esclava liberta –Catalina Aldás– de Quito. 
Espejo fue prócer médico y de la libertad de la entonces Capitanía de Quito, primero en el virreinato, del Perú y luego de Nueva Granada.
Vivió en los tiempos de Unanue y aunque no hay evidencia de que se conocieran, ambos postularon los cambios climáticos como factores en la génesis de enfermedades. Murió en prisión por ser un sincero anticolonialista.

Profundizar estudios
Hay pocos datos concretos sobre los médicos de ascendencia africana. El primero que se encuentra –gracias al gran historiador Guillermo Lohmann Villena– es el doctor Juan Llano Jaraba, quien en 1695 obtuvo la borla doctoral. Era hijo ilegítimo de un noble español y de madre cuarterona (hija de español con mestiza). 
El virrey Conde de la Moncloa ordenó al protomedicato dispensarlo del certificado de pureza de sangre por su sobresaliente rendimiento académico. No hay bibliografía sobre él, pero sí evidencia documental de que durante varios años fue protomédico y catedrático. Juan del Valle y Caviedes lo menciona hasta tres veces y en su famosa obra manuscrita “Hazañas de la Ignorancia”, lo atacó en una extenso Romance, diciendo que solicitó a Llano curarle una fiebre terciana y criticó despiadadamente sus recetas.
El gran Dávalos
José Manuel Dávalos (1758-1821), hijo de un importante español con una esclava liberta, fue –como Hipólito Unanue– seminarista y cursó latinidad, filosofía y artes. Pasó a San Marcos para cursar la carrera de cirujano latino (la única que podía seguir). Su padre pidió permiso para que viajase a Europa, donde ingresó a la prestigiosa Universidad de Montpellier, Francia, y fue discípulo de prominentes figuras científicas, como Lavoisier. 
Se graduó con honores con una tesis sobre las enfermedades vistas en Lima durante su ejercicio. Su tesis, en correcto latín, fue publicada en francés por varias revistas científicas. En Montpellier siguió cursos de botánica médica. De vuelta a Lima fue maltratado por la universidad y recurrió a la Corte Real para revalidar su título francés de doctor. 
Al crearse la cátedra de botánica médica se presentó al concurso, pero perdió ante un dibujante (ex soldado raso de un regimiento español sin título académico), protegido de Unanue. Aceptó enseñar gratis mientras durase la ausencia del titular que trabajaba dibujando para una misión botánica. 
Cuando Hipólito Unanue intentó ser protomédico, la universidad utilizó a Dávalos para contrarrestarlo. El currículo del doctor era imbatible y la universidad lo nombró provisoriamente. El virrey Abascal, entonces un virtual rey de la América del Sur hispana, colaboró con Unanue para atropellar a la universidad y al doctor Dávalos. Unanue fue nombrado protomédico por decreto virreinal y sin concurso. El único médico peruano alabado por Alexander von Humboldt fue este afroperuano.
Artículo escrito por: Dr. Uriel García Cáceres (El Dominical de "El Comercio" Pág.10-23/01/2010)

viernes, 13 de agosto de 2010

La Peste en el Perú

Ilustración de la Peste en la Biblia de Toggenbur
Historia de la Peste en el Mundo
La narración más antigua de la peste la encontramos en la Biblia, en el Primer Libro de Samuel. Este libro relata que aproximadamente 1.000 años antes de Cristo, los filisteos, quienes habían arrebatado el Arca de la Alianza de los israelitas, fueron afectados por una enfermedad terrible.

El primer relato indudable de la peste bubónica es la “Gran Peste de Justiniano”. La Primera Pandemia de Peste Bubónica se originó probablemente alrededor del año 532 DC en Egipto y se extendió por el Oriente Medio y el Mediterráneo en los años siguientes, llegó a Turquía, Constantinopla y Grecia en el año 541/542 DC, a Italia en el año 543 DC, y en los territorios de Francia y Alemania  545/546 DC.  Ocasionó la muerte del 50 % de la población de esa época.


Es en el siglo XIV cuando la peste bubónica cobró millones de víctimas, dando inicio a los primeros organismos de salubridad. La Segunda Pandemia, también conocida como la “Muerte Negra o gran pestilencia”. Esta apareció en 1334 en China y luego se extendió hacia el oeste a lo largo de las grandes rutas comerciales en Tauride en el Mar Negro y, finalmente, a Constantinopla. Desde la India llegó a través de la guerra de Crimea en 1347 y fue importado después a Venecia, Génova y Sicilia. La enfermedad se propagó poco a poco e inevitablemente de pueblo en pueblo por las ratas y los seres humanos infectados, o más rápidamente de un país a otro mediante buques, se calcula mató  de 20 a 30 millones de personas en Europa (más de un tercio de la población europea), reduciendo la población mundial estimada desde 450 millones hasta 350 ó 375 millones en el año 1400. 

En el siglo XIX, la peste permaneció en Oriente, su lugar de origen. Entonces, la Tercera Pandemia probablemente se originó en la provincia china de Yunnan hacia 1855 y se extendió a la costa sur de China, causó varios brotes más pequeños. Pero en 1897 regresó afectando a casi toda Europa y luego hacia los demás continentes; entre los años 1894 y 1903, la peste había entrado en 77 puertos en los 5 continentes. En los primeros años de esta tercera pandemia la enfermedad ocasionó la muerte de 12 millones de personas en la India y China.

La Peste ingresa a América

El comercio posibilitó el ingreso de la peste bubónica a América a fines de 1899, haciendo su aparición en este continente por primera vez en Paraguay, convirtiéndose en el primer país afectado. La epidemia se inició en Asunción y Santos, extendiéndose en forma brusca. La propagación de esta enfermedad fue rápida, afectando en forma simultánea a Brasil y Argentina entre ese mismo año y principios de 1900, afectando las ciudades de Rosario, Santa Fe, Buenos Aires y Río de Janeiro.  Chile y Venezuela fueron dos de los últimos países afectados; en mayo de 1903, estalló en Iquique  la Peste bubónica que afectaría Chile, Se presume que las ratas portadoras del mal chileno subieron en el Callao y desembarcaron en Iquique y Valparaíso. En Venezuela apareció por primera vez en 1908, al parecer fue importada desde Trinidad. 

Historia de la Peste Bubónica en el Perú
La peste bubónica se presentó por primera vez en el Perú en los últimos días de abril de 1903, en el Callao y en Pisco, con una epizootia previa en las ratas encontrándose muchas de ellas enfermas y muertas sobre todo en el Molino Santa Rosa del Callao. Entre el 28 de abril y el 8 de mayo enfermaron diez trabajadores de ese establecimiento, de los cuales fallecieron seis.

Lima y Callao, año 1903
Existe un relato realizado por Carlos Cueto, que relata una Historia en 1903 de la señora Figueroa, que cuando vestía el cuerpo de su hijo Pedro para el entierro, muerto por una enfermedad desconocida  cuando trabajaba en el Molino Milne de Lima, palpó una extraña hinchazón en el cuello del cadáver. Nadie le dio importancia al descubrimiento hasta días después cuando 10 de los 60 trabajadores del Molino donde trabajaba Pedro Figueroa enfermaron gravemente del mismo mal desconocido que le afectó a Pedro, lengua seca, hinchazón de ojos, fiebre profusa y bubones del tamaño del huevo de una paloma en el cuello, la ingle y las axilas. Algunos relacionaron esta enfermedad de los trabajadores, la muerte de Pedro y el hedor de las decenas de ratas muertas en el Molino.

El Comercio Marítimo: Forma de ingreso de la Peste

Esa fue la primera noticia de la llegada de la terrible peste bubónica. Entre 1903 y 1905 la peste se extendió hasta Lima y los principales puertos del país. El origen de esta peste fue atribuido a una embarcación proveniente del puerto Tailandés de Bangkok, el foco de la pandemia de peste negra que se extendió por el mundo desde 1894. La peste acodó en el Callao a fines de diciembre de 1902 con más de 10 mil sacos de arroz para el Molino Milne; entre esos sacos también viajaban cientos de ratas infectadas. El crecimiento del número de viajes, pasajeros, mercancías y de ratas entre los puertos peruanos, puso en contacto a poblaciones sanas con enfermas. 

A principios del siglo XX, Lima y otras ciudades de la costa estaban idealmente ambientadas para cobijar ratas, pericotes y otros roedores. Estos podían difundirse rápidamente por el hacinamiento de la población, la tugurización de las viviendas, la precariedad de las construcciones, la acumulación de basuras y la persistencia de conductas antihigiénicas.

Existía en ese entonces, una pésima condición de los sistemas de desagües. La mayoría de las calles de Lima tenía acequias abiertas. Las viviendas tenían silos poco profundos y eran magníficos criaderos de ratas. Ni siquiera las mejores casas de Lima eran de concreto. La tugurización era alarmante, dando inicio a otra forma de hacinamiento: los callejones. En ellos se aglomeraban las familias, la suciedad y las ratas. Finalmente, a estas condiciones que facilitaban la multiplicación de roedores, se sumó el crecimiento del comercio internacional a comienzos del siglo XX que acentuó el contacto de los puertos peruanos con embarcaciones que provenían de regiones donde la peste era endémica. A fines de 1903, toda muerte súbita era atribuida a la peste; relacionándolas con las conocidas historias apocalípticas de la peste en la Europa medieval.

Se crearon el Lima 3 instituciones nuevas: el Instituto Municipal de Higiene, la Dirección de Salubridad Pública y la Junta Directiva de la Campaña contra la Peste Bubónica de la Provincia de Lima. De estas, fue la Junta la que alcanzó mayor notoriedad durante la epidemia, teniendo como presidente al destacado médico italiano Juan B. Agnoli, formado en la Facultad de Medicina de Bologna, quien llegó a Lima en 1887 y se convirtió en uno de los médicos más importantes del Hospital Italiano.

La peste llegó en una época cuando no era común que la medicina afectase la vida cotidiana de las personas. Para ello y la conocida gala “criolla” del limeño de siempre, se “crearon” insumos que eran vendidos como la salvación de la peste: como el “Jabón Fénico”, el licor “Fernet Branca”, y la “Lejía Anti-bubónica”. La medicina doméstica y tradicional tenía sus propias explicaciones. Muchos consideraban a la peste como un ser maligno que no había que ofender ni obstaculizar. 

Por su lado, los sueros y las vacunas promovidos por la Junta fueron objetos de polémicas;  la rudeza con que se trató a los enfermos fue objeto para la resistencia a ellos (se ocultaban a los enfermos), los aislamientos forzosos (producían las huidas de Lima y fugas de los centros de aislamiento) y la incineración.

El Lazareto de Guía - Lima, Perú
El Lazareto era una instalación semi aislada, utilizado como centro para tratar a los enfermos de la Peste. Una de estas, el Lazareto de Guía , se levantó en una pampa árida que existía en la entrada norte de Lima (distrito actual de San Martín de Porres).  El Lazareto contaba con dos pabellones para varones y dos para mujeres. Los enfermos debían tomar un purgante y mantener una rígida dieta de leche y agua de grama (una planta medicinal) y llegaban a la convalecencia muy débiles. Para muchos, recuperarse de la peste era una antesala para caer víctima de otros males, como la tuberculosis, debido al estado débil del paciente. El temor popular al lazareto se incrementó por la mortandad entre sus “pacientes” que, entre 1903 y 1905, llegó al 52%.

La desratización fue una de las primeras medidas a tomar, la eliminación de cuyes y conejos, la quema de harina proveniente del Callao, así como se cierran escuelas, se pide suero anti bubónico de Lima y se publican instrucciones en los periódicos, se evita que llegue correspondencia de puertos infestados se prohíbe el entierro de los muertos en el cementerio y se habilita otro lugar.

Como la mayoría de enfermos provenían de barrios pobres, la peste se convirtió en un mal considerado típico de la clase baja. Los enfermos eran albañiles, jornaleros, penes, lavanderas, domésticas, carniceros y otros vendedores de alimentos. Los mismos nombres con que se denominaba a los pacientes (“pestosos” o “apestados”), aumentaron la connotación negativa y el estigma hacia al suciedad, la inmundicia y al enfermedad. Por ello, la negación de la peste fue una manera de diferenciarse de los grupos inferiores. Las familias pudientes ocultaban el mal, antes que admitir que habían caído víctimas de la peste.

En total, en el Perú entre 1903 y 1930 hubo 19829 casos de peste bubónica, de los cuales fallecieron el 50% de ellos.

Posteriormente, se presentó otra epidemia de Peste Bubónica entre los años 1932 y 1934, que abarcaron inicialmente los Departamentos de Piura, Lambayeque,  La Libertad, Lima, El Callao y luego se traslado hasta Chimbote. La ciudad de Lima tuvo infecciones durante los 3 años en mención.

El total de pueblos de estos departamentos infectados con Peste Bubónica durante aquellos 3 años en el Perú, fue de 98 pueblos o ciudades. En 18 lugares tuvieron 2 años de peste continuos y en 6 lugares tuvieron peste, los 3 años continuos, incluyendo Lima. El total de casos de peste durante los 3 años sumó 210 casos, siendo el año 1933, el que más casos tuvo (107 casos en 58 focos).

Actualidad de la Peste
En el año 1991, 1966 casos de peste humana fueron registrados a nivel mundial, en 1997, el número fue de 4058. Estas cifras son las más altas de los últimos 20 años. Esos aumentos en el número de casos de peste humana, junto con la reaparición de las epidemias en países como Malawi, Mozambique y la India en 2002 y 2003 dieron lugar a su reconocimiento como una enfermedad infecciosa re emergente.

Las zonas donde aún prevalece, son Cajamarca, Lambayeque y Piura. En Trujillo, en cambio, afectados con peste bubónica en 1903 a 1930, sumaron 4293 casos; en 1996 se reportaron 205 casos: Gran Chimú (180 afectados), Otuzco (20 infectados), Ascope y Chicama, con seis fallecidos. Tras 13 años de silencio epidemiológico, se detectaron en el 2009 cinco casos confirmados de peste bubónica en el sector de Santa Clara, comprensión de Casa Grande.

Bubón de la Peste: Signología típica
La Organización Panamericana de la Salud lanzó un Alerta Internacional luego que el Ministerio de Salud del Perú confirmara en la semana epidemiológica (SE) 28 de este año (2010),  el primer caso de peste neumónica en una paciente de 29 años procedente del distrito de Chocope, provincia de Ascope, departamento La Libertad, al norte del Perú. En la paciente no se había identificado presencia o antecedente de bubones. Posteriormente otros 3 casos fueron registrados. Todos ellos confirmados por pruebas laboratoriales. Información de prensa, hasta el día 6 de agosto indica que el número de casos se elevó a 30 y se confirmó la muerte de un adolescente de 14 años.

El brote –registrado en la provincia de Ascope - presentó 31 casos, 25 eran de peste bubónica, 4 de peste neumónica y 2 de peste septicémica. Perú ha sufrido por muchos años Peste Bubónica endémica silvestre, y brotes de intensidad variable en 11 provincias del país. 




Referencias Bibliográficas.-

- Bitácora Médica: Dra. Ana Carvajal y Dr. José Félix Oletta (Venezuela)
- Marcos Cueto, "El regreso de las epidemias salud y sociedad en el Perú del siglo XX". Lima: IEP, 1997) 
- Rev Chil Infect Edición aniversario 2003; 96-97
- Blog de Carlos A. Loayza Palomino. Trujillo



Editado por Historia de la Medicina Peruana - Dr. Jampieer Sánchez Castillo.

martes, 11 de mayo de 2010

Anales Medicales: Revista Médica Decana del Perú

“Don Abel Victorino Brandin, Doctor en Medicina de la Universidad de París, caballero de la orden real de la legión de honor de Francia, de las academias de Europa y de América: Sanitatis initium, sentir e sibi opus esse remedio”. Es la presentación de la primera página de lo que fue la primera revista médica peruana, que con el nombre de Anales Medicales, fue publicada en 1827, por este ilustre médico francés; el mismo que introdujese en la América Meridional, el uso del Sulfato de Quinina (Sal de la Quinina) en el tratamiento de las fiebres palúdicas.

Como referencias cronológicas, desde los dibujos esquemáticos del Imperio Antiguo, los hallazgos arqueológicos de instrumental quirúrgico y los papiros del tiempo de los faraones, son fuentes donde se evidencia la idea que se tenía en relación con las causas de las enfermedades y con el modo de curarlas desde la antiquísima cultura egipcia, regida por el pensamiento mágico-religioso. Específicamente los 14 papiros médicos, existentes en diferente estado de conservación, son más bien tratados prácticos, donde la teoría no está explícita y hay que deducirla de los enunciados y las descripciones.

En realidad, la tendencia a registrar la actividad práctica por encima de las explicaciones teóricas, ha sido un fenómeno vinculado a la evolución de las ciencias en general, mantenido incluso con posterioridad al siglo XVIII, el cual se considera como el que marcó el inicio de la prosa científica y de la profesión médica moderna.

La primera revista médica del mundo fue publicada en 1632, en Italia, con el nombre de Quaestio Iatrophlica (Cuestiones Médicas), por Giacomo Faccioti. La Revista Ephemeriden, publicada a partir de 1670 por la Academia Alemana de Ciencias Leopoldina es mencionada como “La primera revista médica y de ciencias naturales del mundo”. Ephemeriden es publicada hasta nuestros días con el nombre de Nova Acta Leopoldina.


Otros textos hacen figurar a la aparición en 1665 de la “primera revista científica” bajo el título de Journal des Scavans y en 1679 de la “primera revista genuinamente médica”, la Nouvelles Découvertes, editadas ambas en la ciudad de Paris, por Nicolás de Blegny.

Todo ello significó el inicio de un movimiento que involucró luego, además de a Francia, a otras 2 naciones del "Viejo Mundo" y a 1 de América, de manera que, a finales del siglo XVIII, la ciencia de curar las enfermedades contaba con 55 revistas alemanas, 4 inglesas, 3 francesas y con 1 de un país del continente americano, casi todas con la misma inclinación a dar prioridad a los asuntos de orden práctico.

El sábado 17 de octubre del año 1772, se publicó en México, el Mercurio Volante, la primera revista dedicada a la medicina que se produjo en el continente americano, editado por el Doctor José Ignacio Bartolache y Díaz de Posadas. Como no era de su agrado el oficio de visitar enfermos, Bartolache se dio la tarea de crear una publicación periódica ilustrada para divulgar asuntos relacionados con la medicina. El Mercurio Volante, de publicación más o menos semanal, tuvo solo 16 ediciones hasta febrero de 1773.


Ya en el Siglo siguiente, vienen apareciendo nuevas revistas en latinoamerica. Es así como en 1822, aparece la primera revista brasileña, con el título de Folha Medicinal do Maranhao.

En Perú, la primera intención de publicar artículos “académicos” se dio en Enero de 1791, cuando apareció el Mercurio Peruano, publicado por los intelectuales agrupados en la llamada Sociedad Amantes del País; aunque, de acuerdo a su contenido, sólo el 25% de los temas estuvieron referidos a las ciencias y muy poco a los problemas médicos de la época.

Es así que recién en el año 1827, El Dr. Abel Victorino Brandin (francés) publica Anales Medicales: Semanario de Medicina, Cirujia, Boticaria, Historia Natural, &. La intención original de Brandin fue realizar a través de su publicación, un análisis crítico de las publicaciones recientes sobre las materias mencionadas.


Anales Medicales es una revista que no se encuentra en ninguna de las bibliotecas de las facultades de medicina que tenemos. En 1928, el doctor Hermilio Valdizán anotó que cuatro números de dicha revista se encontraban en el tomo 132 de Papeles Varios del Perú. Actualmente no se le encuentra entre las publicaciones periódicas y es muy probable que haya desaparecido durante el incendio que destruyó la Biblioteca Nacional el 10 de mayo de 1943.

Abel Victorino Brandin, nacido en Leuvres, Seine et Oise, llegó de Europa a la Argentina y luego a Chile antes de arribar a territorio peruano. Estando en Árica, tuvo la ocasión de ver cómo las fiebres palúdicas afectaron considerablemente a las tropas chilenas que se aprestaban a embarcarse para unirse al grueso de la expedición libertadora y de administrar el sulfato de quinina como tratamiento por primera vez en esta parte del continente. Brandin, observador y escritor nato, publicó esta experiencia en la obra Relación de la última expedición de Chile al Perú o Exposición histórico medical.

Brandin trató de difundir en el medio el uso del sulfato de quinina, el principio activo de la quina que Europa devolvía a América como sal purificada. También trataría de imponer, entre otras sustancias químicas, el sulfuro de potasio para el tratamiento de la sarna.

Una de las primeras cosas que llamó la atención a Brandin fue el hecho de que los médicos peruanos no contaban con una revista propiamente médica.

La justificación de esta realidad la dio el propio Brandin en la "Advertencia" del primer número de su periódico médico al decir que "este gran silencio debe atribuirse a la naturaleza de los gobiernos, al estado de guerra, y acontecimientos políticos que se han sucedido en el Perú". Brandin decidió sacar a luz un periódico o revista médica.

El primer número (Edición 1) contiene 5 capítulos, cada unos sobre un Área diferente del conocimiento en Salud:
-        MEDICINA: “Hygiena pública, ó medicina profiláctica, medio de conservar la salud, y precaver las enfermedades”. En la Página 1.
-          CIRUJIA (sic): “Dos palabras sobre la cirujía y las ulceras”. En la página 7.
-          BOTICARIA: “Lo que es, y lo que debe ser. Sulfato de quinine, hecho por la primera vez en el Perú, en abril 1827”. En la página 12.
-          HISTORIA NATURAL: Su objeto, inmensidad de su  estencion, Gabinete de historia natural en Lima”. En la página 14.
-          FISIOLOJIA MEDICAL (sic): “Influencia de los nervios, sobre la acción de las arterias y secreciones, y nuevas consecuencias con relación al calor animal”. En la página 20.

Poco después salió el segundo número que se ocupó de la epidemia de Lima de 1818, de una preñez extrauterina publicada por la obstetriz francesa Benita Paulina Cadeau de Fessel, el uso de nuevos medicamentos (sulfato de quinina, estricnina, morfina, emetina, el ácido prúsico y el yodo), la distinción entre la sangre noble y plebeya y un estudio genealógico sobre el conde De las Casas.

Llegaron a salir cinco números de Anales Medicales, lo que se puede colegir por el aviso publicado en El Mercurio Peruano. En este corto periodo de existencia, siete semanas, el semanario médico se retrasó rápidamente para luego dejar de salir. Los causantes de su pronta extinción fueron, nuevamente, la falta de suscriptores y los ilustrados locales que se empeñaron en burlarse de las frecuentes faltas ortográficas en los impresos del pintoresco Brandin y en desprestigiarlo. 

Posteriormente aparecieron otras publicaciones de índole médico, como la Gaceta Médica de Lima, en 1856; la cual vendría a ser la primera revista médica publicada por los médicos peruanos. Luego, en 1884, luego de la ocupación chilena, tras perderse la Guerra del Pacífico, los estudiantes de medicina liderados por Leonidas Avendaño publicaron la Crónica Médica, revista que saldría hasta 1970. En 1885 apareció el Monitor Médico, cuyo editor fue el Dr. Casimiro Ulloa. Asimismo, en 1918 apareció Anales de la Facultad de Medicina de Lima, cuyo editor fue el Dr. Hermilio Valdizán; todas ellas mencionadas como precursoras de la Publicación Médica en el Perú.

En cuanto al comentario sobre los motivos por los cuales Brandin justificó a los médicos peruanos por el hecho de no publicar sus experiencias, Valdizán escribió más tarde: «Error profundo del Dr. Brandin; no era el estado de guerra culpable de la falta de publicaciones científicas en el Perú; ni eran culpables de este silencio los acontecimientos políticos; era nuestra apatía, esa apatía que tanto daño continúa haciéndonos y que hace inexplicable el criterio de, con la mejor buena voluntad, colabora en una obra cualquiera y al creer que, en la hora actual, hay "elegidos" para el cultivo de tal o cual disciplina».

Referencias Bibliográficas.-
1.       Tuoto, E. AS PRIMERAS REVISTAS MÉDICAS.
2.       López, J. LA PRIMERA REVISTA MÉDICA DE AMÉRICA.
Rev Cub Prof Inf Sal ACIMED. 2000; 8 (2): 133-39
3.       Neyra, J. CONTRIBUCIÓN DE LA MEDICINA FRANCESA AL DESARROLLO DE LA MEDICINA PERUANA.
Imágenes Históricas de la Medicina Peruana. Lima 1997.
4.       Pamo, O. ANALES MEDICALES, LA PRIMERA REVISTA MÉDICA PERUANA
Boletín de la Sociedad Peruana de Medicina Interna. Vol. 10 Nº 3 – 1997
5.       Pamo, O. ESTADO ACTUAL DE LAS PUBLICACIONES PERIÓDICAS CIENTÍFICAS MÉDICAS DEL PERÚ.
Rev Med Hered. Vol. 16, Nº 1. Ene-mar 2005.

Editado por Historia de la Medicina Peruana - Dr. Jampieer Sánchez Castillo.