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martes, 5 de enero de 2010

Daniel Alcides Carrión (6/6)


La inmolación de Carrión provocó un despertar en la investigación médica peruana. Los científicos superaron la desazón de un país que todavía curaba sus heridas de guerra, y se avocaron al estudio de la temible enfermedad.

La Verruga fue abordada en todos sus aspectos, y produjo numerosos ensayos, que en su conjunto constituyen el mayor aporte de los investigadores peruanos a la medicina mundial.

En 1905, el Dr. Alberto Barton, después de múltiples e insistentes pruebas en su laboratorio, encuentra finalmente la bacteria causante de la Verruga: la Bartonella bacilliformis. 8 años más tarde, por encargo del gobierno peruano de entonces, el entomólogo norteamericano, Charles T. Townsend, identifica al insecto transmisor: el mosquito “Titira” (Lutzomyia verrucarum), que vive en árboles viejos, matorrales y lugares de alta humedad.

La investigación nunca será detenida, la Verruga sigue siendo examinada desde diferentes especialidades. El Dr. Juan Takano, del Laboratorio de Microscopía Electrónica de la UNMSM,  pone la Batonella bajo el microscopio y la amplia miles de veces para seguir determinando su naturaleza.

El Dr. Ciro Maguiña, Decano del Colegio Médico del Perú 2010 – 2011 y Director Asociado del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Cayetano Heredia, desde la Sala del Hospital estudia la sintomatología de la Verruga, y afina las formas de tratamiento; porque a pesar de los antibióticos, todavía sigue cobrando víctimas.


Un equipo de investigadores del “Proyecto Verruga” del Ministerio de Salud del Perú y de la Universidad Militar Norteamericana de Bethesda (USU), en Maryland.

Empezaron su trabajo en Caraz, en la sierra de la Región Ancash, y luego durante tres años se desplazaron a numerosas zonas endémicas.

Según el Dr. Carlos Ponce, Director del Hospital de Caraz: “Han pasado más de 100 años desde que Carrión murió, y aún no tenemos una visión clara de lo que es Bartonella”.

El “Proyecto Verruga” trabaja para descifrar una serie de preguntas que hasta ahora no encuentran una respuesta definitiva: ¿Es el Hombre el único recipiente de donde la Titira toma la Bartonella? O ¿Acaso la Bacteria también vive en otros seres?

¿Está en los inocentes burros, o en los perros, ratones, murciélagos? Sólo en la provincia de Chavín, el Laboratorio de Investigación Médica de la Marina de Estados Unidos en el Perú (NAMRID), del Área de Ciencias de la salud de USU – Bethesda, analizaron la sangre de 2000 animales.

¿Es la Titira el único transmisor de la Bacteria? O tal vez ¿también las pulgas de algunos animales?, acaso ¿se encontrará Bartonella en las pulgas de los ratones en las zonas endémicas?, ¿Las Áreas de Verruga en el Perú tienden a reducirse o se están expandiendo? Son algunas preguntas que posiblemente hallen su respuesta en el informe final de dicha investigación.


Pero hasta que la enfermedad no sea derrotada completamente, hasta que ya nadie enferme y muera consumido por la Verruga, Carrión seguirá repitiendo lo que nos dijo en medio de su gravedad: “Aún no he muerto amigos míos, ahora les toca a Ustedes terminar la obra ya comenzada, siguiendo el camino que les he trazado”.

Daniel Alcides Carrión fue declarado Héroe Nacional del Perú el 07 de octubre de 1991.

Extraído de: "Grandes Biografías". Por: Alejandro Guerrero.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Daniel Alcides Carrión (5/6)


Después de la Inoculación, Carrión volvió a su vida regular, entre la universidad y su cuarto de pensión, habían pasado varios días y su cuerpo no manifestaba ningún signo de enfermedad; pero el 17 de setiembre, 21 días después del inicio de su experimento, sintió un agudo dolor en el pie izquierdo, y dos días más tarde, una fiebre altísima, le confirmó que la enfermedad se había instalado en su cuerpo.


Aun cuando los síntomas de la Fiebre e la Oroya, le provocaron un miedo natural, el investigador que había dentro de él, se puso inmediatamente en alerta, para descubrir y anotar cada detalle de la enfermedad que ya corría por su cuerpo.


¿Qué estaba sucediendo en el organismo de Carrión? ¿Qué procesos ocurrían en la intimidad de su cuerpo? Solo la medicina moderna pueden explicar hoy, las cosas que el joven estudiante no entendía en ese momento.


El agente transmisor de la Verruga es un mosquito popularmente llamado Titira, al que los científicos llaman Lutzomyia verrucarum. Ese pequeño insecto transmite la bacteria de la enfermedad al picar a una persona enferma y luego a otra sana.


A través del agudo piquete del mosquito, la bacteria conocida como Bartonella bacilliformis, entra en el cuerpo humano, y da inicio al proceso de la enfermedad. En el caso de Carrión, él se la aplicó directamente de un brote verrucoso.


Una vez instalada en el torrente sanguíneo, la bartonella comienza a reproducirse, y ataca de inmediato a los glóbulos rojos. Penetra en ellos, y se queda a vivir como parásito en el interior.


Esa invasión de los glóbulos rojos por la bacteria, se agrava cuando aparecen los monocitos y linfocitos, que son las células de defensa de nuestro organismo. Como los glóbulos rojos están alterados por la bartonella, las células de defensa no los reconocen, y comienzan a destruirlos sistemáticamente, persiguiéndolos por todo el sistema circulatorio. Los pocos glóbulos que logran sobrevivir son destruidos en el bazo.


En cuestión de horas, miles y miles de glóbulos rojos, son aniquilados por el propio sistema inmunológico, provocando un debilitamiento general y una severa anemia, que muchas veces provoca la muerte del paciente.


Sin embargo, si el enfermo remonta la fase anémica, después de un tiempo, sus linfocitos y monocitos aprenden a luchar contra la bacteria, entonces esta huye a la piel, formando los conocidos brotes verrucosos, alguno de los cuales no llegan a aflorar. A pesar de que las verrugas dan un feo aspecto al paciente, esta ya es la fase benigna de la enfermedad; pues luego de varios días, los brotes desaparecen si dejar huella.


31 días después de la inoculación, Carrión vivía la etapa más peligrosa de la enfermedad: La Anemizante. Hoy la Verruga se puede medicar de modo efectivo en cualquiera de sus fases, el mártir todavía estaba muy lejos del descubrimiento de los antibióticos.


En esos días le escribe a su padre: “El sábado pasado fui acometido de fortísimos escalofríos, seguidos de una elevadísima fiebre”, pero para no preocuparlo, le miente: “ahora me hallo en el periodo de convalecencia”.


Pronto ya no pudo seguir escribiendo su propia historia clínica, en su cuaderno de notas, ahora se puede leer la dolorosa aceptación de su debilidad: “a partir de ahora me observarán mis compañeros, pues por mi parte confieso, me sería muy difícil hacerlo”. Sus cuatro amigos, los del lejano colegio Guadalupe, serían ahora los encargados de continuar las anotaciones.



Las noches de los enfermos son muy largas, entre dolores y sobresaltos volvía al Cerro de Pasco de su infancia, a ese paisaje frío y desolado de la puna. Su estado era cada vez más grave: Son las dos de la madrugada, escribían sus amigos, y aún no puede dormir tranquilo, delira, pide que apaguemos la luz, y en seguida nos indica que no.


El 2 de octubre, cuando los vómitos y las diarreas lo estaban deshidratando, aun tiene fuerza y lucidez para dictar su gran comprobación: “Ahora me encuentro firmemente persuadido, que estoy atacado de la fiebre del que murió nuestro amigo Orihuela; he aquí la prueba palpable de que la Fiebre de la Oroya y la Verruga reconocen el mismo origen”.


Los médicos que lo examinan el 4 de Octubre en la mañana, recomiendan una transfusión de sangre, pero en ese tiempo aun no se conocían los grupos sanguíneos, y una transfusión, podría eventualmente ser fatal, si la sangre del donante no coincidía con la del enfermo. Carrión sabe que solo le queda aceptar el riesgo.


Sus amigos entonces lo trasladan al Hospital Francés, hoy conocido como la Clínica “Maison de Sante”, único centro médico equipado para transfusiones sanguíneas. Pero los médicos, entre ellos el Dr. Ricardo Flores – primer especialista en transfusiones de sangre en el país - por alguna razón que no ha quedado registrada, deciden postergar la transfusión.


Cuando se inoculó la verruga, la muerte solo era una posibilidad lejana, pero al sentirla próxima, serenamente dijo: “no me arredra (amedrenta) la muerte”. El 5 de octubre, a las 11:30 de la noche terminó su martirio, había muerto para que otros no mueran en el futuro, sólo tenía 28 años.



Desde su Mausoleo en el Hospital 2 de Mayo, donde hasta hoy se recuerda su sacrificio, el inquieto espíritu de Carrión, parece seguir preguntando a través de las brumas del tiempo. ¿Ya hemos logrado vencer a la Enfermedad? ¿Es todavía un problema para los pueblos de la Sierra? ¿Se ha comprobado finalmente el mal de la Verruga?


Extraído de: "Grandes Biografías". Por: Alejandro Guerrero.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Daniel Alcides Carrión (4/6)


La Enfermedad de la Verruga o Verruga andícola, ya se conocía en el Perú desde tiempos precolombinos. Los antiguos pueblos Moche y Chancay la padecieron, y dejaron testimonio de ello en su cerámica.


Se aprecian huacos donde aparecen pobladores de aquellos tiempos, con el cuerpo cubierto de grandes verrugas, hablan por sí mismos de la difusión y el impacto que tenía la enfermedad en las comunidades desde aquel entonces.


La Verruga es una dolencia propia de los valles interandinos que se ubican entre los 500 y 3200 metros sobre el nivel del mar (msnm), y es muy conocida en el Perú, Ecuador y Colombia. En nuestro país, es más persistente en los departamentos de Ancash, Lima, Cajamarca, La Libertad y Piura (Valle Norte Peruano). 


En quechua se le conoce con el nombre de “Sirki” (verrugas de sangre) o “Kccepe; con estas palabras se la diferencia de le verruga pequeña y ordinaria, llamada “Ticti” (Verruga vulgar).


Durante la Colonia, la verruga fue una epidemia que cobró muchas vidas entre los conquistadores. Los españoles atribuyeron su origen a las aguas estancadas de los puquios y lagunas pequeñas. Ellos pensaban que esas aguas despedían una emanación maligna e insalubre, que infectaba a los humanos, haciéndole brotar esos granos horribles que conocían como Verruga; por eso evitaban pasar cerca de los puquios, y por supuesto, jamás bebían de ellas.


Antes de venir a Lima, cuando todavía vivía en su Cerro de Pasco natal, Daniel Carrión escuchó los comentarios acerca de unas fiebres desconocidas, que estaban atacando a los trabajadores que construían el Ferrocarril Central. Se le llamaba Fiebre de la Oroya, en alusión al destino del primer tramo del ferrocarril.


La audacia de su constructor, don Enrique Meiggs, hizo posible que la línea del ferrocarril venciera las gigantescas cumbres andinas, atravesando páramos y nevados, por donde jamás se habían atrevido las máquinas humanas.


Sólo esa fiebre maligna, que batía por cientos a los trabajadores, pudo poner en riesgo su empresa. Los obreros desertaban y huían asustados a sus pueblos, al ver que de cada cien compañeros infectados, veinte no lograban superar la enfermedad; y morían sin remedio en los hospitales de campaña, ante la impotencia de los médicos.





7 mil trabajadores dejaron su vida en la construcción del ferrocarril. Incluso, existe un Puente llamado Verrugas, hoy llamado Puente Daniel Carrión, ubicado en el Km 84 de la vía del ferrocarril central, en Huarochirí, Lima. El puente de acero, esta a 1800 msnm, tiene 218 metros de largo y se halla a 80 metros sobre la carretera central, tuvo tantos muertos por la enfermedad durante su construcción como durmientes (traviesas horizontales) tiene la vía.


Daniel Carrión, que ahora estudiaba la Enfermedad de la Verruga, encontró que los síntomas de la fiebre de los trabajadores ferroviarios, se parecían muchísimo a la enfermedad que él estaba investigando.


En las Historias Clínicas que el coleccionaba, había anotado que los brotes verrucosos eran precedidos de una fiebre similar, también causante de anemia. Pero sus observaciones no lograban cuajar en una teoría definitiva; los numerosos conceptos contradictorios o equivocados propios de la época, lo hacían dudar, revisar conceptos y buscar lecturas más actualizadas.


La Fiebre de la Oroya, en efecto, se parecía mucho a la Verruga; nadie podía afirmar categóricamente, que ambas eran la misma enfermedad. Lo peor de todo, eran las pocas herramientas con que podía contar un investigador de ese tiempo. La ocupación chilena mantenía bloqueados nuestros puertos, y la información científica proveniente de otras partes del mundo, no lograba entrar en el Callao.


Pero los ocupantes al fin se fueron, se acabaron tres años de incomunicación entre los investigadores del Perú y del mundo. Según relata el Dr. Uriel García, ex Ministro de Salud, entre enero a julio de 1884 llega una avalancha de noticias: “todos los estudiantes, los profesores de medicina se admiran de ver existían las bacterias, los cocos, los bacilos”, noticias que recién llegaban al Perú “aprendieron que el hematozoario de Laveran era el causante del Paludismo, descubierta en 1882, el descubrimiento del Bacilo de Koch el mismo año”; es decir, hay toda una avalancha de información que motiva la imaginación creativa de los jóvenes estudiantes.



Carrión se quedó impresionado con el mayor descubrimiento científico de entonces: Los Microbios. El avance de la ciencia había permitido a los científicos asomarse a un mundo microscópico, que era más peligroso para el hombre, que cualquier arma sobre la tierra. Por primera vez se conocía de la existencia de los Virus y de las Bacterias.


Sus dudas empezaban a aclararse, y en todo caso, para conocer a profundidad algunas enfermedades, supo que había un método novedoso y audaz: las inoculaciones. Inyectarse los microbios de una enfermedad y estudiar la evolución en el propio cuerpo.


En su cuaderno de notas escribió: “estas oscuridades, estas incertidumbres, dejarán de existir, estoy seguro, el día en que la práctica de las inoculaciones se domicilie entre nosotros”. No espero mucho tiempo más, hasta ese momento había registrado en nueve historias clínicas, el proceso de la enfermedad verrucosa; decidió que él mismo sería la décima historia.


Qué demostraría al inocularse y reproducir la enfermedad de la verruga en su propio organismo:
Primero: Que la enfermedad era producida por un germen, capaz de pasar de un ser humano a otro. De este modo, quedarían desechadas las teorías que todavía sostenían, que la enfermedad tenía su origen en los vapores de las aguas estancadas.
Segundo: Despejar lo que llamaba “oscuridades” e “incertidumbres”, y confirmar sus sospechas de que había una relación sustancial entre la Enfermedad de la Verruga y la Fiebre de la Oroya. A partir de allí, sería más fácil el recorrido, hacia un tratamiento efectivo.


La mañana del 27 de agosto de 1885, Daniel Carrión llega al Hospital Dos de Mayo, viene resuelto a inocularse sangre del brote de verruga de la paciente Carmen Paredes, una joven de 15 años, a quien había localizado días antes en el Pabellón Nuestra Señora de las Mercedes. Sabía a lo que se enfrentaba al inocularse, no era un hombre ingenuo o puramente atrevido.


En esta sala se disponía a culminar 4 años de investigaciones, sabía y así lo había escrito, que el microbio incubaría en su cuerpo durante un tiempo indefinido, entre 8 y 40 días, y que después le vendría un periodo de malestar general y cansancio, seguido de otro momento de intensos dolores óseos, y fiebres de más de 40 grados. Esos iban a ser sus padecimientos, pero no iba a morir; era un experimento riesgoso, pero la enfermedad no era necesariamente fatal.



Tanto él como el Dr. Evaristo Chávez, su amigo médico, intento disuadirlo, y que luego lo ayudó a inocularse, al ver que su decisión era indeclinable. Esperaban que como otros enfermos de Verrugas, él pudiera salir adelante; sin embargo, Carrión le confesó a uno de sus amigos, que de no remontar la enfermedad, habría pagado con su vida, su deseo de prestar un servicio importante a la humanidad doliente.


Durante los inciertos días que vendrían después, tendría que esperar y observar atentamente su propio cuerpo


Extraído de: "Grandes Biografías". Por: Alejandro Guerrero.

martes, 20 de octubre de 2009

El Ritual de la Ayahuasca



Según las vendedoras de plantas medicinales del Mercado de Belén, en la amazónica ciudad de Iquitos – Loreto, en Perú, la Ayahuasca es una planta medicinal, con efectos curativos múltiples. Entre sus propiedades, manifiestan ellas, “eliminan las toxinas orgánicas”, “limpian los tubos intestinales”, “sacan todo tipo de enfermedades del organismo”, “para desintoxicarse”; además, agregan, “es el mejor purgante amazónico que existe”, y dentro de la propiedad más difundida: “alucina también”, “te purifica, te limpia”. Ellas afirman que desde tiempos ancestrales lo usaban para eliminar “el daño” y “cuando te ojean”, finalizan.


El Ayahuasca es una liana que crece en casi todos los rincones del Amazonas. Es conocida y reverenciada por todas las tribus indígenas como un elemento básico dentro de sus costumbres curativas, por lo que constituye el fundamento de su Medicina Tradicional. La palabra Ayahuasca pertenece al quechua y significa “soga del alma”.


Esta palabra tiene dos usos significativos dentro de la amazonia peruana: Primero: Para designar a la planta (Banisteriopsis caapi) que es una liana normalmente de color marrón rojizo; y Segundo: Para designar al preparado enteógeno (a base de sustancias vegetales) utilizado por los chamanes amazónicos con fines mágicos, curativos y adivinatorios.


La preparación de la Ayahuasca, es realizada por los expertos chamanes amazónicos, quienes manifiestan que su elaboración es básico, primero, La Ayahuasca: “se lo machaca con un mazo sobre el palo de Ayahuasca”, luego se pone a la olla. Esta olla, tiene hirviendo previamente con una hoja de Lobo Sanango (Tabernaemontana sananho), una hoja de Achuni Sanango, dos hojas canelilla (Cumaceba), una hoja de Toe (Brugmansia suaveolens), 350 hojas de Chacruna (Psychotria viridis) y 15 flores de Chiric Sanango (Brunfelsia grandiflora).


Luego durante la ceremonia, y previa a la invitación a probar el preparado, el chamán ayahuasquero realiza los cantos utilizando los instrumentos musicales amazónicos, con lo que hacen la invocación a los Icaros. Los instrumentos musicales son muy importantes en la ceremonia de la Ayahuasca, manifiestan los chamanes: “los cantos se convierten en Icaros” (canciones ayahuasqueras), “Si no hay canto, no hay nada” recalcan.


Se dice que mediante estas canciones los chamanes dirigen y transfieren parte de su energía a las personas. Los ícaros también son utilizados para cargar energéticamente objetos ceremoniales con el fin de dotarlos de cierto poder antes de ser utilizados. El chamán icara siempre el Ayahuasca antes de darlo al paciente.


Este ritual permite al chamán conectarse con sus Dioses, incluso con animales que ellos temen, dentro del contexto amazónico, por ejemplo los Jaguares. Es decir, les sirven como retos, dentro de los miedos que ellos tienen a la naturaleza.


Cuando se toma la preparación de la Ayahuasca, manifiesta Erlinda Fernández, una chamana amazónica, “se aparecen visiones a los que tienen enfermedades, se sienten mal, aparecen tristezas”. Para saber que enfermedad padecen las personas, es que se toma la Ayahuasca, y de esa visión “miramos donde está su enfermedad, de que viene, de donde viene”. Ellos determinan si la enfermedad tuvo su origen en los elementos de la naturaleza, “del agua, de la tierra, del cielo o del viento”, afirma.



En el video que se muestra, se evidencian las manifestaciones del ritual de la Ayahuasca. Desde el momento en que se bebe una copa del preparado, las primeras manifestaciones aparecen después de 40 a 60 minutos aproximadamente, se empiezan a visualizar luces psicodélicas de todos los colores, el cuerpo se siente con mayor ligereza, incluso se da la sensación de estar separado del piso y la percepción de estar en “otro nivel”.


Los sentidos se sensibilizan a un nivel nunca antes percibido por el que se somete al ritual ayahuasquero. Luego de una hora más, cambia el efecto psicodélico por la visión de imágenes de seres inmortales, míticos, religiosos o de miedos o temores que el paciente tiene por recuerdos en su subconciente más profundo. 


Rómulo Lizarraga Valencia, quien se sometió a este ritual en la selva de Puerto Maldonado, en compañía de turistas, justo en ese momento de cambio, empezó a ver una luz y unas graderías, manifiesta que “empecé a subir las gradas, y en lo alto, una luz brillante y blanquecina”, según su manifestación se le apareció una mujer vestida de tul blanco, “me dijo que era la Virgen María, y ella me llamaba”, finalizó.


El efecto del Ayahuasca se termina aproximadamente a las cinco horas, ya casi al amanecer, ya que estas ceremonias se realizan principalmente alrededor de la medianoche.


Según la explicación científica que se le da a la Ayahuasca, todas esas imágenes que se les presentan a los chamanes, son producto precisamente de los efectos de los alcaloides. La combinación de la Psychotria viridis (Chacruna) le permite a la Banisteriopsis caapi (Ayahuasca) actuar a través de sus alcaloides. Según el Dr. Jorge Alonso, Presidente de la Asociación Argentina de Fitomedicina y estudioso del tema, manifiesta que si nosotros consumiéramos solamente la planta de Ayahuasca, por la cocción de su corteza, no actuarían los principios activos, por que se inhibirían a nivel del estómago. La incorporación de la Chacruna permite que justamente se inactiven esas enzimas, que no permiten los alcaloides de la Ayahuasca.


Quien se aventure a una sesión de estas características, deberá hacerlo de la mano de un especialista, un verdadero maestro ayahuasquero, con todos los cuidados que estas experiencias requieren. Estas plantas sagradas se deben utilizar en el momento perfecto, en el lugar perfecto, con curanderos que sepan utilizarla; y este ritual se debe hacer en la selva, no en la costa, ni en la sierra.


La Ayahuasca, al igual que otras plantas, como la hoja de Coca o en cáctus San Pedro, son hierbas muy utilizadas por la medicina tradicional peruana y símbolos curativos representativos de la Selva, Sierra y Costa, respectivamente. Tal vez, quede realizar estudios más científicos para determinar las propiedades farmacológicas del preparado de la Ayahuasca; así como de cada una de las plantas que lo componen.

martes, 14 de abril de 2009

Médicos Mochicas

La defensa y la prolongación de la vida ha sido la principal preocupación del hombre de todos los tiempos, atrajo la atención y suscitó los esfuerzos de los antiguos peruanos de la costa norte del Perú (Ancash, Lambayeque, La Libertad), donde desarrollaron la Cultura Mochica (siglos I al VI d.C.), quienes, con espíritu científico, descubrieran las propiedades curativas de los metales, plantas y animales, hasta lograr establecer instituciones o profesionales exclusivamente dedicados a la defensa de la salud. Los ceramios nos han reservado noticias interesantes acerca de las enfermedades que los aquejaban y los procedimientos de curación que empleaban, los mismos que por sí solos revelan el alto nivel de su medicina.



A través de la cerámica mochica se ha logrado evidenciar que estos celebres médicos mochicas eran de ambos sexos. Las “médicos” mujeres eran de edad madura, normalmente sentadas en el suelo con las piernas cruzadas, de rostro severo y de prendas de vestir que aunque eran cortas, manifestaban a través de la manera en que estas eran llevadas, aires de superioridad y de elegancia, a su lado se evidenciaban cajas de medicamentos, amuletos y utensilios de curación. Los “médicos” hombres eran más bien de edad adulta, pero igualmente que las mujeres en su forma de sentarse y de vestir, incluso más lujosas, variadas y vistosas, eran sin duda de una jerarquía alta dentro de la sociedad moche. Al lado de estos, las famosas “chunganas” que son usadas como sonajas por los curanderos de hoy en día.





La manera como curaban a los enfermos está fielmente expresada en la cerámica: el paciente, completamente desnudo, era colocado en posición dorsal, y ocupaba el frente del curandero o curandera. Esta forma de auscultación al desnudo constituía la mejor manera de diagnosticar el mal y determinar su tratamiento. Entonces el curandero aplicaba las manos sobre el cuerpo del enfermo en las regiones adoloridas o inflamadas; luego, cerraba los ojos y con la cara hacia lo alto, en actitud de invocación, procedía a indagar la causa de la enfermedad y a descubrir el camino más seguro para combatirla. En la conciencia de estos antiguos curanderos influía lo sobrenatural y lo maravilloso. Sus invocaciones tendían, por lo tanto, a excitar el ánimo del enfermo y a lograr su confianza para que éste se resignara después, lleno de fe, a todo cuanto con él hiciera o le administrase su presunto galeno. Por consiguiente, en toda curación regía una poderosa influencia sugestiva, a más de las bebidas de propiedades hemostáticas, analgésicas, euforbiáceas, diaforéticas, entre otros, que se obligaba a tomar al paciente en procura de extirpar sus dolencias.



El pueblo consideraba a los curanderos como seres sobrenaturales. La recuperación de la salud fue un fenómeno que debió influir mucho en sus creencias y en su fe. Sus medicaciones están estrechamente unidas a los poderes curativos de las plantas y a una serie de actos a los que se les daba origen sobrenatural. Entre las principales enfermedades que fueron plasmadas en la cerámica mochica destacan el bocio, el exoftalmos y el mixedema, que evidencia una patología antigua en el Perú como es el cretinismo, manifestaciones venéreas como el lúe (Sífilis), casos de ceguera producidos por una conjuntivitis aguda, representaciones de onanistas semiesqueletizados, deformaciones sicóticas y lordóticas de la columna vertebral, idiocia aguda, casos de hermanos siameses, parálisis faciales, incluso cerámicos de labio leporino.



(Del libro Los Mochicas. Autor: Rafael Larco Hoyle. Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera, Lima 2001)

Trepanaciones Craneanas en el Perú


Según el Traumatólogo Vicente García, se han descrito por lo menos 10 mil craneos con trépanos en todo el mundo, siendo los más conocidos los de Perú, aunque hayan también de otras culturas como en Inglaterra, en Alemania, en España, en el Cáucaso (entre Europa del este y Asia Occidental), en Argelia, incluso en Nueva Guinea, todos sitios muy distantes entre sí; sin embargo, coincidían con técnicas (aún desconocidas) que generaban orificios en el cráneo muy similares entre sí.

Los primitivos cirujanos de la costa del Perú (Cultura Paracas)  practicaron hace más de 1000 años (aprox. Siglo V d.C.) operaciones casi imposibles sobre las cabezas de los mutilados en la batalla, heridas que hoy en día, en un alto porcentaje, provocarían la muerte; y que en cambio, fueron sanadas con éxitos hace más de 10 siglos. Aparentemente las técnicas exitosas que usaban incluían orificios circulares obtenidos por fricción, ello debido a que los cráneos encontrados evidenciaban crecimiento óseo alrededor de la zona de craneotomía (trépano).

Las técnicas de estos cirujanos de conocimientos asombrosos se perdieron para siempre; una medicina imposible para un tiempo en que la ciencia estaba todavía en pañales. Todo un misterio que sobrecoge en pleno siglo XXI a los profesionales de la salud.

martes, 28 de octubre de 2008

Trepanaciones Craneanas




A lo largo de la Historia la medicina y el valor de las pócimas ha sido uno de los conocimientos más importantes que han existido en todas las culturas. Médicos famosos, como el incluso consagrado Dios Imhotep, dentro del viejo Egipto, dejaron un legado que es muy posible que se perdiera en gran medida.

Pero sin duda uno de los mayores misterios que nos dejaron los antiguos cirujanos, fue de que manera eran capaces de curar los cráneos de heridos en la guerra: Las Trepanaciones Craneanas.

domingo, 13 de julio de 2008

Donde se inició la Medicina Peruana


Muchos debatirán y afirmarán que la historia de la medicina en el Perú se dió lugar incluso antes de que estas tierras se llamasen PERÚ.

Soy un médico peruano, nacido desde hace 30 años aproximadamente, y desde hace más de 10 años, desde las aulas universitarias, nació la curiosidad y necesidad por comprender e investigar los inicios de la medicina en el Perú. Tal vez, mientras discutamos gracias a este espacio virtual, encontremos que la medicina peruana no nació sólo para nuestro país, sino incluso, fue cuna de la actual civilización latinoamericana.

Empezaré por preguntarme donde nació la medicina en nuestro país, con quiénes nació. Como bien se sabe, desde sus orígenes, el ser humano ha tratado de explicarse la realidad y los acontecimientos trascendentales que en ella tienen lugar, la VIDA, la MUERTE y el proceso de la ENFERMEDAD. Las primeras civilizaciones y culturas humanas basaron su práctica médica a dos pilares aparentemente opuestos:

- El empirismo primitivo.
- La medicina mágico-religiosa.

El primero aplica fundamentalmente el uso de hierbas o remedios obtenidos de la naturaleza y el segundo recurre a los dioses para intentar comprender lo inexplicable.

Basándonos es estas definiciones de la medicina primitiva, podríamos argumentar muchas hipótesis, incluso afirmar donde se inició la medicina en nuestro país, nos gustaría saber tu opinión.