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sábado, 27 de marzo de 2010

San Andrés: Primer Hospital de Sudamérica

En el local ubicado en Huallaga 846, un enorme plástico azul cumple las funciones de techo; las paredes, de barro gastado, han sido toscamente tarrajeadas y pintadas de blanco; su piso, de tierra, ha sido cubierto por kilos de cemento, se encuentra ubicado lo que alguna vez fue el famoso Hospital Real de San Andrés, el primer nosocomio del Perú y Sudamérica y donde, se dice, estarían enterradas las momias de Pachacútec, Túpac Yupanqui y Huayna Cápac.
El historiador Teodoro Hampe y el arqueólogo Antonio Coello son algunos de los investigadores que lideraron las excavaciones del 2001 y 2005 para rescatar los restos incaicos que fueron depositados aquí por orden del virrey Marqués de Cañete, hacia 1560, a fin de que los pobladores andinos no los siguieran adorando.
Las crónicas del Inca Garcilaso de la Vega, las del jesuita español José de Acosta (1590) y las del padre agustino Antonio de la Calancha (1638) confirman que las momias fueron traídas a Lima. Sin embargo, los trabajos arqueológicos que inició José de la Riva Agüero en 1937 y que fueron retomados por Hampe y Coello, en los años señalados, aún no logran desentrañar el misterio.
Hampe señala que el apoyo que les dio, en ese entonces, la Universidad de Chicago fue importante para develar la existencia de cinco lugares subterráneos con evidencias de entierros. Los trabajos se suspendieron por falta de financiamiento y solo algunas zonas fueron exploradas.
El Hospital Real de San Andrés fue el primer nosocomio de los españoles y el primer local de lo que sería la Facultad de Medicina de San Marcos, y empezó a funcionar en 1811 como tal, con Hipólito Unanue como uno de sus fundadores. Venían de todo el país a estudiar aquí y regresaban a sus provincias a ejercer la carrera. Por sus aulas pasaron Cayetano Heredia, Daniel Alcides Carrión y muchos otros grandes.


El Hospital Real de San Andrés fue construido a mediados del siglo XVI, gracias al apoyo que el clérigo Francisco de Molina recibió del Virrey Andrés Hurtado de Mendoza, Marquez de Cañete; precisamente en agradecimiento, recibió el naciente nosocomio el nombre de pila de su benefactor. El cronista Fernando de Montesinos -citado por Juan B. Lastres-, nos narra a continuación el acto fundacional:

"1560, vivía en este tiempo en Lima, un varón puro y santo llamado Francisco de Molina, clérigo; era natural simplícimo y sencillo, y tan caritativo, que llevaba a los pobres españoles a curar a su casa; doliase mucho porque en ella no había capacidad para curarlos tenia de ordinario seis camas y procurabales a los enfermos todo regalo; eran muchos los que acudían a valerse de su caridad, y hallándose imposibilitado de curarlos en la pequeña casa, pidió al Virrey le diera un sitio para llevar allí a sus pobres; diole el arrabal que es hoy el sitio donde está el Hospital de San Andrés, con cargo que el Hospital se había de llamar deste nombre en memoria del suyo (El Virrey Don Andrés Hurtado de Mendoza) (...)".

Al ser un Hospital Real, se encontraba bajo el patronazgo de la corona, la cual brindaba un aporte anual para su mantenimiento. Según Agustín Iza y Oswaldo Salaverry, "en esas épocas la atención de los enfermos era un acto de caridad cristiana. La salud era un don divino y la enfermedad una prueba de fe. El médico se formaba más como académico que como práctico y socialmente era mejor considerado en cuanto podía comentar adecuadamente los clásicos hipocráticos y galénicos.

El principal objetivo al fundar un Hospital era brindar un ambiente para el buen morir. Los que padecían una enfermedad ligera o curable eran atendidos en sus domicilios". No se puede dejar de citar aquí la halagadora descripción que hizo Vásquez Espinoza -recogida también por Juan B. Lastres-: "El hospital Real de San Andrés fundó la piedad del Marquez de Cañete el viejo don Hurtado de mendoça, puede competir con los mejores del mundo, por que sin límite recibe, y sin favores humanos los enfermos de todas enfermedades, que por salas diferentes se reparten, sus salas, sitio, y oficinas parecen un pueblo, tiene casa aparte de locos, y aunque en hábitos de terceros tiene algunas personas sirvientes, tiene cantidad de esclavos y esclavas para el servicio de los pobres (...)".

Inclusive en 1816, el informe del Protomédico interino del Virreinato Miguel Tafur -citado por Óscar Valdivia Ponce- elogiaba la labor del Hospital Real en el cuidado de los alienados, al compararlo con otros establecimientos: "Allí (el Hospital de San Pedro), nada pueden adelantar los locos, sujetos a una cadena si son bravos o confinados a celdas si son mansos. Allí no hay loquería destinada al cuidado privativo de ellos, ni un loquero que se encargue de su aseo, limpieza y particular asistencia (...). La única casa que tenemos para estos es la loquería de San Andrés a donde se les cuida como exige su constitución, bañándolos, aseándolos y asistiéndolos del modo más conveniente al común y a cada uno en particular.

Así el bien de la humanidad me estimula a lamentar el desorden y preocupación de que solo han de ir a ella los locos seculares, desdeñándose el clero y comunidades de readmitir allí los suyos (...) muchos se curarían sin duda, si en los conventos tuviesen asistencia y cuidado con que tales enfermos se tiene en la loquería de San Andrés, cuidado y asistencia que es imposible proporcionar en el Hospital de San Pedro y en las enfermerías de los conventos, a pesar de la dedicación y esmero que hay en todas ellas para la asistencia de las demás enfermedades".


Desde 1753, se había ordenado por soberana resolución, la creación de un anfiteatro anatómico "para que se instruyan los cirujanos y médicos de esta capital". La anatomía, hasta ese entonces, se había enseñado sólo teóricamente; según Agustín Iza y Oswaldo Salaverry, a los catedráticos de las asignaturas de método y anatomía se les designaba con el nombre de catedráticos in partibus (de anillo), porque no ejercían el cargo. En el "Libro de Actas de la Universidad" de 1780 (citado por Juan B. Lastres), puede leerse lo siguiente: "Que en efecto, en esos días le había ordenado pasase al Hospital de San Andrés, y en Consorcio de Cathedratico de Anatomía y del Protomédico hiciese reconocimiento de alguna Sala o lugar cómodo en donde pudiese formar un Anfiteatro para disecciones Anatómicas según lo tenía ordenado su Majestad muchos años antes".

No fue sin embargo, hasta noviembre de 1792, que la orden real se vio cumplida, al inaugurarse el anhelado anfiteatro, gracias a las gestiones de Hipólito Unanue y el apoyo del Virrey Frey Francisco Gil de Taboada y Lemos y Villamarín; en la ceremonia, pronunció Unanue su famosa oración "Decadencia y restauración del Perú".

A mediados del siglo XIX, el declive de la atención manicomial era evidente. Casimiro Ulloa, en la Gaceta Médica de Lima de 1857, se refirió a las loquerías de Santa Ana y San Andrés en los siguientes términos (citado por Óscar Valdivia Ponce): "hemos recorrido esas especies de cárceles que en Lima se honra con el nombre de casa de locos, nuestro corazón ha sido cruelmente herido de pesadumbre y angustia. Al ver el semblante de estos desdichados recostados en inmundos colchones sobre el suelo, o sobre gruesas tarimas, encerrados a pares en estrechas y húmedas celdas, sin más mueble que las vasijas de barro indispensable a sus más apremiantes necesidades: al verlos atados a las paredes de ellas con cadenas de hierro, o colocados sus pies en un cepo al mirarlos vagar por un corredor estrecho, sin otro cuadro a que volver los ojos que el espectáculo de las desgracias de sus compañeros de cárcel, no hemos podido alejar de nuestra memoria el recuerdo de las lastimosas escenas de que hemos hecho mención".

El mismo Casimiro Ulloa (citado ahora por Juan B. Lastres) dijo en otro momento, refiriéndose a la loquería de San Andrés: "sin estar en deplorables condiciones, deja sin embargo, mucho que desear porque los infelices amentes muden cuanto antes del alojamiento. Allí hay es cierto más aseo, más vigilancia; pero todo esto no toca la medida de lo que se puede hacer en este género de servicios públicos". Por otro lado, según Baltazar Caravedo, el médico Miguel E. De los Ríos informó en 1853 a la Sociedad de Beneficencia Pública, "sobre el estado lamentable en que se encontraba la loquería que funciona en dicho establecimiento (el Hospital de San Andrés), solicitando para los enajenados, régimen menos cruel. Los pobres enfermos eran considerados como en tiempo de la colonia: encerrados en inmundos calabozos o sujetos con cadenas a los muros, sufrían el maltrato de guardianes convencidos de que la agresión era el mejor procedimiento para dominar a los agitados, a los indisciplinados y para todos aquellos que perturbaran la tranquilidad de la casa o de sus cuidadores".

El desprestigio de las loquerías de San Andrés y Santa Ana fue el motor que impulsó la fundación del Hospital Civil de la Misericordia (más conocido como Hospicio del Cercado), el cual funcionó desde 1859 hasta 1917, y al que fueron trasladados los enfermos mentales de las loquerías (de aquél sólo hemos llegado a ver 
una placa en el museo del Hospital Víctor Larco Herrera).


El Hospital de San Andrés siguió funcionando hasta el 8 de marzo de 1875, cuando todos los pacientes pasaron al recién inaugurado Hospital Dos de Mayo. El local funcionó entonces como convento de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, y desde 1929, de las Hijas de María Inmaculada. Posteriormente, parte del terreno terminó convertido en la actual Comisaría de San Andrés (frente a la Plaza Italia), y el resto fue utilizado por el Colegio Óscar Miró Quesada, hasta que en el 2007 los alumnos fueron evacuados por Defensa Civil, por riesgo de derrumbe.

Quedan muy pocos espacios, y bastante deteriorados, de lo que fue la planta tradicional del hospital y nada casi de lo que fueron los claustros de medicina, pues lo que fue el anfiteatro de anatomía lo ocupó y transformó la comisaría de San Andrés. Pero es la más antigua edificación virreinal que existe y tiene un valor histórico notable. Se han presentado proyectos para constituirlo como un museo. Que sea eso o un centro cultural, pero que se conserve.

Desde diciembre del 2009 la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana (SBLM) administra los 5 mil m2 que quedan de los 10 mil que tenía el otrora hospital San Andrés cuando se fundó en 1552.

Los investigadores, miembros de las facultades de medicina y la misma beneficencia coinciden en la necesidad de rehabilitar y convertir San Andrés en el museo de la medicina, ya que fue la cuna de esta profesión.
Motivos no faltan: el local que ocupaba el colegio conserva el cementerio, el patio y el loquerío (antecedente del manicomio) que formaban parte del hospital, así como una capilla de mediados de 1800. Una historia arquitectónica que merece un capítulo aparte.
Información e imágenes de: Oswaldo Salaverry. Profesor de Historia de la Medicina-UNMSM. Santiago Stucchi Portocarrero (Blog Psiquiatría Histórica).  Médico Psiquiatra. Diario El Comercio

miércoles, 10 de febrero de 2010

San Fernando: Primera Facultad de Medicina del Perú (Parte I)

Empezaré a contar la historia de San Fernando. Seguramente será para mí muy difícil no empezar haciéndolo con mi alma mater; sin embargo, es justo que cuente la historia de la medicina peruana, en forma ordenada y cronológica. Hablar de la creación de San Fernando; es mencionar a la primera Escuela de Medicina del Perú.

Ya con la creación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que al inicio solo funcionaba como Estudios Generales,  y tras las Constituciones dadas por el Virrey Francisco de Toledo para ésta institución, se inicia el dictado de las cátedras clásicas de medicina.

De estilo europeo - escolástico, el catedrático sólo se limitaba a dar lectura a un texto, el cual luego se comentaba dando referencia a grandes eruditos que ya hubieran tratado la materia, consiguiendo con esto médicos de gran verbo pero de poco actuar. Se tuvo que esperar hasta el siglo XVII para proveer y fortalecer estas cátedras. Aunque con frecuentes interrupciones, estas cátedras fueron la base académica para la formación de médicos, cirujanos y otras profesiones sanitarias como los boticarios, hasta las postrimerías del periodo virreinal.


“San Fernando” es una de las 20 facultades de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, decana de América. Es la Facultad de Medicina más antigua del Perú y una de las más antiguas de América. La cátedra de medicina fue una de las primeras en formarse en dicha universidad, y se encontraba dividida en 4 secciones:

§  Prima: creada y proveída en 1571, aunque instituida en 1634, la primera cátedra de Prima se dio el 17 de abril de 1635, siendo su primer titular el Dr. Juan de la Vega (médico de cámara del Conde de Chinchón). Es la cátedra de mayor categoría.
§  Vísperas: creada en 1571 aunque instituida y proveída en 1634, siendo su primer titular el Dr. Jerónimo Andrés Rocha.
§  Método de Arte y Curativo de Galeno: creada, instituida y proveída en 1660.La primera cátedra de Método de Galeno se dicta en el año de 1691, siendo su primer titular el presbítero Francisco Vargas Machuca.
§  Anatomía: creada e instituida en 1711. Es la cátedra más tardía y de menor categoría.

La primera cátedra de Anatomía se dicta en el año de 1723, siendo su primer titular el Dr. Pedro López de los Godos; con algunas prácticas esporádicas en el Hospital Real de San Andrés.
En esta época el título de Médico era otorgado sólo por el Protomedicato, institución encargada de evaluar a los postulantes a médicos. La Universidad, sólo se encargaba de formar a los futuros postulantes. Pero era por necesidad que los doctores de la cátedra universitaria sean también evaluadores en el Protomedicato, convirtiéndose éste último, en una valla burocrática.
Y así, hacia el ocaso del siglo XVIII y por impulso de uno de los más ilustres estudiantes de la cátedra, Hipólito Unanue, se da inicio a la reforma y modernización de la educación médica. La educación brindada era de tipo eclesial, donde se daba una mayor importancia al aspecto teológico, resultando las pocas y tardías informaciones de los avances culturales del resto de Europa, retrasadas cerca de 150 año respecto al continente europeo. Estos cambios que se producirían, darían pie a un renacimiento e ilustración en la educación médica.

Hipólito Unanue, quien fuera estudiante de la cátedra de medicina y luego profesor de la cátedra de anatomía, concebiría la idea de hacer una gran reforma en la educación de la medicina peruana, al tratar de acercarla y emparentarla a los grandes avances europeos.

Desde el 29 de julio de 1753, cuando era virrey José Manso de Velasco, Conde de Superunda, se había indicado la construcción de un Anfiteatro para la ciudad de Lima, pero no sería hasta que Unanue como catedrático clamara por la creación de un anfiteatro anatómico en el entonces Hospital de españoles (Real) de San Andrés (a la usanza española, como el Anfiteatro Anatómico en el Hospital General de Madrid) para una mejor instrucción en el ámbito teórico y práctico de los estudiantes de dicha cátedra.

Dicho anfiteatro fue inaugurando el 21 de noviembre de 1792 en presencia del entonces virrey Francisco Gil de Taboada, quien le ayudó con fondos para poder culminar la obra.

El nombre de “San Fernando” fue puesto justamente por el Dr. Hipólito Unanue, quien la fundó en 1811 como “Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando”. Algunos mencionan que el nombre de San Fernando fue en honor al Rey Fernando VII de España (Corona: 1808-1833); sin embargo, dicho nombre fue colocado por Unanue  en homenaje a su amigo, el Virrey Fernando de Abascal (Virreynato: 1804-1816), quien potenció su creación y construcción. Aunque más ceremoniosamente, se le ha atribuido el nombre a la coincidencia de los dos personajes en mención.

Construido por el presbítero Matías Maestro, por orden de Hipólito Unanue, el primer local de San Fernando se ubicó en la esquina de las calles de San Andrés y Sacramento de Santa Ana, frente a la plaza del mismo nombre (hoy Plaza Italia).


Cabe destacar que Hipólito Unanue creó una currícula de estudios que se implementa está de acorde con la época, y aun constituye la base de los programas actuales. Realizó también algunas recomendaciones para el buen funcionamiento académico de la recién fundada San Fernando y que son tan vigentes ahora como antes, como el número de lenguas, las características de la programación de clases, que las de entendimiento y memoria se dicten en invierno y las de imaginación en verano, que se alternen las clases de tal forma que el avanzado puede asistir al repaso de los elementales.

La patriótica actitud de profesores y alumnos del Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando -dirigidos por Unanue-, contribuyeron a fijar las bases de la nacionalidad en el periodo que da termino a la Colonia e inicia la República.

Esto motivó al protector y libertador del Perú, don José de San Martín - en honor al merito - a cambiarle el nombre por el de Colegio de la Independencia, el 27 de agosto de 1821, nombre que conserva hasta el 9 de setiembre de 1856, cuando el presidente constitucional, don Ramón Castilla, aprueba el Reglamento de Funcionamiento y crea la Facultad de Medicina de San Fernando, nombrando al Dr. Cayetano Heredia como su primer decano. 

lunes, 25 de enero de 2010

Sanatorio Domingo Olavegoya



El Hospital “Domingo Olavegoya” de Jauja tiene sus orígenes allá por los años 1900, cuando los estragos que había producido el terrible mal de la peste blanca o tuberculosis, eran alarmantes (25% de mortalidad total) y los hospitales de Lima se encontraban colapsados con la atención de pacientes tuberculosos.

Esta enorme letalidad se debía a la indiferencia con que se había mirado el progresivo crecimiento de tal mortífero mal.

Durante estos años se conformo una comisión con el propósito de construir un sanatorio precedida por la Universidad Nacional de San Marcos e integrada por los doctores Dulanto M., Odiozola E., Avendaño L., y el ingeniero Torres.

En 1903 por Resolución Suprema la UNMSM es facultada para rembolsar 80,000 libras peruanas de oro, para la construcción del sanatorio.

El 22 de febrero de 1905 se eleva el informe señalando la posibilidad de que el sanatorio se construya en Jauja o Tamborique, el 12 de Marzo de 1906 la comisión encargada, determino definitivamente la construcción del sanatorio de Jauja y con el legado del filántropo don Domingo Olavegoya Iriarte, personaje adinerado de la alta sociedad limeña, quien después de un penoso peregrinaje infructuoso por los mejores especialistas de la época, experimento la dicha de ver curada de la terrible enfermedad de la tuberculosis a su querida hija, la donación consistió en un monto de 10,000 libras peruanas de oro.

En 1918 se realizaron los contratos para la construcción del sanatorio.

El 21 de setiembre de 1921, la denominada Junta de Hospitales por medio del Inspector Sr. Michael Fort, hace saber que el nombre del establecimiento será Hospital Domingo Olavegoya y no Sanatorio, con miras a una mayor proyección institucional.

No se realizó la inauguración del Hospital “OIavegoya” la idea de inaugurarla, fue postergada en muchas  oportunidades, razones múltiples, tales como la dificultad de viajar por motivos de trabajo y ocupaciones del Sr. Inspector Michael Fort, también la dificultad del ferrocarril central, por las interrupciones producidas por los derrumbes y urgencia de entregar al servicio de la humanidad doliente.



En forma verbal Michael Fort comunico a la Reverenda Superiora Sor Luisa que en sesión de junta se acordó que la fecha de apertura del establecimiento al servicio del publico se el 5 de Enero de 1922, iniciándose la labor administrativa con la aplicación del Reglamento de Admisión, Planillas y Fondo.

Fueron los pabellones de San Miguel (Cirugía – Medicina) y Santa Luisa (Consultorios Externos, lo primeros pabellones que albergaron a los siguientes pacientes:

Gratuitos:
Mujeres 
Fernanda de la Portilla 
Carmen Alomía 
Maria Consuelo Carrillo
Clara Louchon
Petronila Caceda

Hombres
Damion Huayta
Vicente Mújica

Los pabellones de Santa Elisa y Santo Domingo fueron los primeros puestos en servicio el año 1922, luego se inauguran los pabellones de Santa Luisa y Santa Rosa en 1923 y en 1926 el pabellón San Miguel.

En 1929 se inaugura los pabellones de Oficiales (Pediatría) y Tropa (Gineco-Obstetricia), posteriormente se construye los pabellones de Santa Elisa (Personal, Planificación y Abastecimientos) pabellón Santo Domingo (Neumología) y pabellones de San Martín y San Vicente (Psiquiatría).

Cuenta la historia que los pacientes provenientes de Lima, eran previamente examinados por el Director del consultorio “BYRON” Dr. Corvetto, quien otorgaba en certificado, visado por el Inspector Sr. Michael Fort y los pacientes provenientes de Jauja recibían examen medico para ingresar al sanatorio, los mismos que eran visados por la Reverenda Madre Superiora Sor Luisa. 

La fama del Hospital “Olavegoya” fue creciendo y su prestigio rebaso las fronteras del país y ya por entonces era conocido mundialmente. La afluencia de pacientes nacionales y extranjeros, hizo que se creen nuevos pabellones.

El 16 de Julio de 1923 ingreso la primera enfermera titulada Felicita Cernaque en calidad de paciente y a la vez como personal contratado. 

El primer paciente extranjero fue el Ministro Encargado de Negocios de China quien ingresara en Marzo de 1923. fueron internados pacientes famosos que se desarrollaron en la vida militar, política nacional, ministros, directores de las Fuerzas Policiales, escritores, científicos, miembros de familias reales, entre otros. 

Según las versiones escritas existentes se deduce que las primeras administradoras fueron religiosas y se considera al Dr. Augusto de las Casas como primer director por desempeñar las funciones de Jefe Medico, sigue el Dr. Bardales y don Demetrio Olavegoya (Miembro de la Beneficencia Publica de Lima, quien en carta del 19 de abril de 1926, enviada a Jauja manifestó que se estaría gestionando la venida de un Medico de Suiza para ocupar la Dirección). 

Los siguientes Directores fueron el Dr. Aronbal, el Dr. Klinge, el Dr. José García Frías, científico medico y especializado en Alemania y el Dr. Raúl Guerra Cuevas, con estudios y especialización en Francia, clínico seguidor de la Escuela Medica – Francesa.

La Historia del Hospital “Domingo Olavegoya” fue menguando con la aparición de los quimioterapicos, consecuentemente fue disminuyendo el apoyo de la Beneficencia Publica de Lima y Callao.

Y es así como en 1961 el 15 de Noviembre con R. S, se transfiere al Ministerio de Salud Publica y Asistencia Social, en cumplimiento a la política de salud que ordenaba la integración de los servicios de salud.

En 1964 la labor de las religiosas de la caridad llego a su término, dejando las labores en manos de
profesionales y auxiliares de la salud.

En los años 60 las acciones del hospital fueron reorientadas a las labores propias de un hospital. En la década de los 80 se logro que el hospital se convirtiera en centro de referencia a nivel regional en las atenciones de salud mental y psiquiatría, siendo director el Dr. Petronio Izaguirre y Jefe del Departamento de Psiquiatría el Dr. Nelson Ninamango Solís.



Actualmente el Hospital “Domingo Olavegoya” cuenta con profesionales de la salud y de las ciencias administrativas, muchos de ellos con especialidades, maestría y doctorado. La gestión ha iniciado una etapa de cambios en función a las competencias adquiridas en capacitaciones que se viene efectuando dentro y fuera de la institución, con miras a seguir elevando la calidad de atención que se brinda a la población objetivo conformada por las dos provincias Jauja y Yauli Oroya.

Queda pendiente de historial en lo que corresponde a los directores de los años 1987 al 2008, en la gestión administrativa del Hospital “Domingo Olavegoya” del Dr. Francisco Rodríguez Rodríguez, Dr. Grimaldo Barrios, Dr. Carlos Daniel Huaringa Santisteban, Dr. Jorge Fidel Capcha Espinoza, Dr. Manuel Adrian Acosta, Dr. Pedro Misael Martinez Alfaro. Dra. Rosario Landa Galarza y finalmente en la actualidad Dr. Pedro Misael Martinez Alfaro.

ENFERMERA
Ingresa el 16 de julio de 1923, la primera enfermera titulada Felícita Cernaqué en calidad de paciente y a la
vez como personal contratada.

PRIMER PACIENTE EXTRANJERO
En Marzo de 1923 ingresa el Ministro Encargado de Negocios de China.

AMPLIACIÓN DE TERRENOS
En la carta del 19 de abril de 1926 se consulta sobre la compra de terrenos adyacentes posteriores, discutiéndose el precio y recomendándose efectuar la compra de 2 a 3 centavos por metro cuadrado, terreno comprado por la liga Antituberculosa (terrenos de cultivo de Psiquiatría).

PACIENTES FAMOSOS
A través de la vida hospitalaria de este nosocomio hubieron pacientes famosos que desarrollaron en la vida militar, Política Nacional, Ministros, Directores de las Fuerzas Policiales Auxiliares; en el campo de las  Letras, las Ciencias, el Comercio y la Banca, Príncipes u miembros de Familias Reales Extranjeras, así como
Mujeres Bellas de la Sociedad Limeña y de diversos departamentos, esto inspiro a muchos Poetas, Literatos a tratar sobre el Hospital “Olavegoya” mas conocido mundialmente como SANATORIO OLAVEGOYA  por entonces no obstante se cambio su nombre original de HOSPITAL OLAVEOYA.

CRISTO POBRE
Paralelo con el crecimiento del Hospital Olavegoya merece un reconocimiento especial de parte del Pueblo Católico a las hermanas de la Caridad de “San Vicente de Raúl” pues ella con el ejemplo de Sor. Martha, Sor Luisa y otras distinguidas religiosas impusieron la disciplina, los buenos modales, la higiene, la caridad y el respeto a los pacientes y personas. Lamentablemente por razones que ignoro en 1964 se retiran, ordenadas por su comunidad religiosa, dejando un gran vacío en nuestro centro hospitalario. La capilla de Cristo Pobre fue inaugurado en 1922 siendo padrino el Señor Presidente de la Republica Don Augusto B. Leguia.

Extraído de: Reseña histórica del Hospital Domingo Olavegoya - Jauja.