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domingo, 6 de mayo de 2012

Ernesto Odriozola: 150 años de su natalicio


Un día como hoy, 6 de Mayo, corriendo en Lima el año 1862, nació el Dr. Ernesto Odriozola, autor de "La Maladie de Carrión" (publicado en 1898), considerado la mejor fuente escrita de observaciones clínicas sobre la verruga peruana.

Dr. Ernesto Odriozola Benavides

Hijo del Dr. Manuel Odriozola Romero, que fuera fundador de San Fernando, junto al Dr. Cayetano Heredia, tercer Decano de Medicina que tuvieron en su historia, y quien tuviera dos periodos de gobierno universitario (1881-1884 y 1886-1888); de su madre, doña Rosa Benavides, solo se menciona una ilustre prosapia familiar.

El joven Ernesto inició sus estudios secundarios en Lima, y en 1878 ingresa a la facultad de Medicina, teniendo como compañero de carrera a Carrión; al final, obtiene el Bachillerato en 1883, cuando su padre era el Decano de San Fernando. Al año siguiente el Gobierno Regenerador del Presidente Miguel Iglesias, destituyó al Dr. Manuel Odriozola del Decanato de la Facultad de Medicina de la UNMSM, por lo cual, Ernesto no llegó a titularse en el Perú.

Dr. Manuel Odriozola (padre)

La familia viajó a Francia, en donde el entonces Bachiller Ernesto Odriozola continuó sus estudios en la Universidad La Sorbona, graduándose en 1888 como Doctor en Medicina, con la tesis «Le Coeur Senile» (El Corazón Senil).

Ese mismo año, en junio de 1888, Ernesto regresó al Perú, donde su padre ya había sido repuesto en cargo de Decano dos años antes; siendo nombrado Director de Anatomía de San Fernando, luego de la revalidación de su título de Médico Cirujano, en nuestra patria.

En 1889 obtuvo en el Perú, el Grado de Doctor en Medicina y fue incorporado a la Academia Nacional de Medicina, y siendo 3 veces su Presidente: 1903-1905, 1912-1913 y 1921-1922.



PUBLICACIONES
Entre sus publicaciones son notables: Su tesis «Le Coeur Senil», que fue elogiada por el Profesor Letulle de la Universidad de París, de quien fue discípulo predilecto. Sus «Lecciones Clínicas» que se han comparado con las de Trousseaux y Dieulafoy le dieron mucho prestigio en Latino América y en España.

En 1898 publicó, en París y en idioma francés, su obra maestra, “La Maladie de Carrion; ou, la Verruga Péruvienne” (La Enfermedad de Carrión; o, la Verruga Peruana), con la editorial Parisina Carré et Naud. El libro ha sido calificado como la de «mejor sistematización expositiva, el resumen más acabado de la verruga peruana. Libro de enseñanza escrito con elegante sencillez, rico en información, pleno de documentación debidamente seleccionada.

No es menester de este post resumir su famoso libro; sin embargo, es importante resaltar el más puro estilo enciclopédico francés con base en observaciones clínicas, que le impregnó el Dr. Odriozola. Allí, con el carácter de una primicia mundial, describió la historia natural de la, para entonces, llamada "Enfermedad de Carrión".

Odriozola, en su clásico libro, puso un énfasis muy grande en la iconografía de los diversos aspectos de esta interesante enfermedad en una forma hasta ahora no superada, aunque los conocimientos sobre la biología de la enfermedad hayan avanzado. El fue un destacado profesor médico heredero de una ilustre tradición.

Fotos de la "Erupción de Carrión"
Fue Ernesto Odriozola el que se encargó de divulgar, en el idioma francés, la historia natural de esta enfermedad. Su libro apareció en 1898, en gran formato, titulado La Maladie de Carrión. Habiendo logrado el autor, con esta publicación, llenar un vacío y abrir un camino para otros estudios con mayor rigor académico.

Odriozola coleccionó una serie de casos documentados clínicamente, en total diez casos. Las dos fases de dicha enfermedad fueron descritas clínicamente, y bautizadas por el autor como “Fiebre Grave de Carrión”, acuñada, en 1875 para describir a la fase hemática; y la segunda fase de las verrugas fueron bautizadas por Odriozola como “Erupción de Carrión”. Asimismo, y siguiendo la costumbre francesa de clasificar, describió las dos formas principales: Una que le denominó milliar, con una sub-variedad "sudaminosa". La otra le Ilamó "mular"; otro desafortunado término que fue adoptado y consagrado por Odriozola.

VIDA ACADÉMICA
Odriozola continuó en Lima una brillante carrera universitaria. Fue nombrado profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos; primero de Anatomía Topográfica y Medicina Operatoria, y en 1908 profesor de Clínica Médica. Esta última era una de las cátedras más prestigiosas de la Facultad de Medicina y en la cual permanecería durante el resto de su carrera. Gracias a su talento y capacidad, así como a la procedencia de su familia y su formación francesa, se convirtió en uno de los médicos limeños más requeridos. Ernesto Odriozola era el médico obligado de consulta para «todos los casos difíciles».

En opiniones de sus colegas, sus discípulos y personas notables del país y extranjero, Ernesto Odriozola fue «El más conspicuo médico del último cuarto del siglo XIX, era el corifeo de las letras médicas peruanas. Era, sin disputa el médico más notable del Perú por sus cualidades intrínsecas, por su sólida cultura, por su práctica ya bastante dilatada; en su confianza había de admirar sus dotes de Maestro magnífico, comtemplar las fases de su análisis inquisitivo, para penetrar en la urdimbre práctica y conducidos por el hilo de la patografía más acabada, avizorar la terapéutica fructífera y oportuna.

Al igual que su padre al mando de la Facultad de Medicina, a la edad de 49 años, fue el Décimo Decano que tuvo “San Fernando”, de la decana Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y su gestión duró 11 años, desde 1911, sucediendo al Dr. Manuel G. Barrios Mendoza, hasta su muerte, estando en su Oficina del Decanato de la Facultad de Medicina, el 16 de Marzo de 1921, siendo sucedido en el cargo por el Dr. Ricardo Flores Gaviño.

Mientras fue Decano, creo nuevas cátedras como las de Sífilis, Neurología, Psiquiatría, Medicina Tropical y Cirugía Infantil (algunas de las cuales había visto formar parte de la enseñanza médica en Francia).

Fue el decano insustituible. Su gestión era siempre orientada por el derrotero más feliz y llevado a cabo con la más elevada de las miras», era «uno de los hombres de ciencia más ilustres y una de las personalidades más respetadas y notables del Perú. El vigor y solidez de su talento y de su ciencia le daban una amplitud, una penetración, una riqueza y un equilibrio admirables en las ideas y en su exposición y desarrollo en la Cátedra.

Debido a su labor en la entonces Sala Santo Toribio del Hospital Dos de Mayo, la Sociedad de Beneficencia, después del fallecimiento del Dr. Odriozola, le puso el nombre de Sala Odriozola.

La personalidad del Dr. Ernesto Odriozola era de rectitud, de nobleza y de bondad incomparables. No hubo circunstancia, accidente, amargura, ni prueba de la vida que quebrantara la integridad de su espíritu. Nunca pasión alguna oscureció su mente ni perturbó sus sentimientos. Su vida fue inmaculada, jamás se apartó del cumplimiento del deber. Su única aspiración era hacer el bien, según Javier Prado, Rector de la Universidad.

La vieja casa de Unanue tuvo en él a su figura más notable, y los estudiantes tuvieron al maestro más querido. Había alegría en aquellos estudiantes, cuando llenos de respeto le veían pasar, atrayéndolos siempre con su sonrisa paterna y cariñosa. El Dr. Odriozola sentía inmenso cariño por los jóvenes, conocía doblemente sus deberes para ellos, y por la vocación natural e imperiosa de su espíritu los cumplía amorosamente, sin importarle para nada sacrificio ni dolor. Los estudiantes que le veían escuchar, lleno de bondad, sus iniciativas, siendo benévolo y atento para las entonces rebeldías juveniles, deben comprender hoy la importancia de la celebración de los 150 años de su natalicio. Siglo y medio de recordar a un gran médico,  académico, científico, docente y ciudadano peruano.

Referencias Bibliográficas.-

- GARCIA C. Uriel & GARCIA V. Uriel. “Ideas e imágenes en la Enfermedad de Carrión”. Folia Derm. Per. Vol 10 Nº01. 1999
- UGARTE Luis Angel. “Ernesto Odriozola Benavides (1862 - 1921): Semblanza”. Anales Fac. Med. Vol 57 Nº04. 1996
- CUETO Marcos. “Un capítulo de la influencia francesa en la medicina peruana: Ernesto Odriozola y la Enfermedad de Carrión”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines Vol 36 Nº1. 2007

Editado por Historia de la Medicina Peruana - Dr. Jampieer Sánchez Castillo.

sábado, 27 de marzo de 2010

San Andrés: Primer Hospital de Sudamérica

En el local ubicado en Huallaga 846, un enorme plástico azul cumple las funciones de techo; las paredes, de barro gastado, han sido toscamente tarrajeadas y pintadas de blanco; su piso, de tierra, ha sido cubierto por kilos de cemento, se encuentra ubicado lo que alguna vez fue el famoso Hospital Real de San Andrés, el primer nosocomio del Perú y Sudamérica y donde, se dice, estarían enterradas las momias de Pachacútec, Túpac Yupanqui y Huayna Cápac.
El historiador Teodoro Hampe y el arqueólogo Antonio Coello son algunos de los investigadores que lideraron las excavaciones del 2001 y 2005 para rescatar los restos incaicos que fueron depositados aquí por orden del virrey Marqués de Cañete, hacia 1560, a fin de que los pobladores andinos no los siguieran adorando.
Las crónicas del Inca Garcilaso de la Vega, las del jesuita español José de Acosta (1590) y las del padre agustino Antonio de la Calancha (1638) confirman que las momias fueron traídas a Lima. Sin embargo, los trabajos arqueológicos que inició José de la Riva Agüero en 1937 y que fueron retomados por Hampe y Coello, en los años señalados, aún no logran desentrañar el misterio.
Hampe señala que el apoyo que les dio, en ese entonces, la Universidad de Chicago fue importante para develar la existencia de cinco lugares subterráneos con evidencias de entierros. Los trabajos se suspendieron por falta de financiamiento y solo algunas zonas fueron exploradas.
El Hospital Real de San Andrés fue el primer nosocomio de los españoles y el primer local de lo que sería la Facultad de Medicina de San Marcos, y empezó a funcionar en 1811 como tal, con Hipólito Unanue como uno de sus fundadores. Venían de todo el país a estudiar aquí y regresaban a sus provincias a ejercer la carrera. Por sus aulas pasaron Cayetano Heredia, Daniel Alcides Carrión y muchos otros grandes.


El Hospital Real de San Andrés fue construido a mediados del siglo XVI, gracias al apoyo que el clérigo Francisco de Molina recibió del Virrey Andrés Hurtado de Mendoza, Marquez de Cañete; precisamente en agradecimiento, recibió el naciente nosocomio el nombre de pila de su benefactor. El cronista Fernando de Montesinos -citado por Juan B. Lastres-, nos narra a continuación el acto fundacional:

"1560, vivía en este tiempo en Lima, un varón puro y santo llamado Francisco de Molina, clérigo; era natural simplícimo y sencillo, y tan caritativo, que llevaba a los pobres españoles a curar a su casa; doliase mucho porque en ella no había capacidad para curarlos tenia de ordinario seis camas y procurabales a los enfermos todo regalo; eran muchos los que acudían a valerse de su caridad, y hallándose imposibilitado de curarlos en la pequeña casa, pidió al Virrey le diera un sitio para llevar allí a sus pobres; diole el arrabal que es hoy el sitio donde está el Hospital de San Andrés, con cargo que el Hospital se había de llamar deste nombre en memoria del suyo (El Virrey Don Andrés Hurtado de Mendoza) (...)".

Al ser un Hospital Real, se encontraba bajo el patronazgo de la corona, la cual brindaba un aporte anual para su mantenimiento. Según Agustín Iza y Oswaldo Salaverry, "en esas épocas la atención de los enfermos era un acto de caridad cristiana. La salud era un don divino y la enfermedad una prueba de fe. El médico se formaba más como académico que como práctico y socialmente era mejor considerado en cuanto podía comentar adecuadamente los clásicos hipocráticos y galénicos.

El principal objetivo al fundar un Hospital era brindar un ambiente para el buen morir. Los que padecían una enfermedad ligera o curable eran atendidos en sus domicilios". No se puede dejar de citar aquí la halagadora descripción que hizo Vásquez Espinoza -recogida también por Juan B. Lastres-: "El hospital Real de San Andrés fundó la piedad del Marquez de Cañete el viejo don Hurtado de mendoça, puede competir con los mejores del mundo, por que sin límite recibe, y sin favores humanos los enfermos de todas enfermedades, que por salas diferentes se reparten, sus salas, sitio, y oficinas parecen un pueblo, tiene casa aparte de locos, y aunque en hábitos de terceros tiene algunas personas sirvientes, tiene cantidad de esclavos y esclavas para el servicio de los pobres (...)".

Inclusive en 1816, el informe del Protomédico interino del Virreinato Miguel Tafur -citado por Óscar Valdivia Ponce- elogiaba la labor del Hospital Real en el cuidado de los alienados, al compararlo con otros establecimientos: "Allí (el Hospital de San Pedro), nada pueden adelantar los locos, sujetos a una cadena si son bravos o confinados a celdas si son mansos. Allí no hay loquería destinada al cuidado privativo de ellos, ni un loquero que se encargue de su aseo, limpieza y particular asistencia (...). La única casa que tenemos para estos es la loquería de San Andrés a donde se les cuida como exige su constitución, bañándolos, aseándolos y asistiéndolos del modo más conveniente al común y a cada uno en particular.

Así el bien de la humanidad me estimula a lamentar el desorden y preocupación de que solo han de ir a ella los locos seculares, desdeñándose el clero y comunidades de readmitir allí los suyos (...) muchos se curarían sin duda, si en los conventos tuviesen asistencia y cuidado con que tales enfermos se tiene en la loquería de San Andrés, cuidado y asistencia que es imposible proporcionar en el Hospital de San Pedro y en las enfermerías de los conventos, a pesar de la dedicación y esmero que hay en todas ellas para la asistencia de las demás enfermedades".


Desde 1753, se había ordenado por soberana resolución, la creación de un anfiteatro anatómico "para que se instruyan los cirujanos y médicos de esta capital". La anatomía, hasta ese entonces, se había enseñado sólo teóricamente; según Agustín Iza y Oswaldo Salaverry, a los catedráticos de las asignaturas de método y anatomía se les designaba con el nombre de catedráticos in partibus (de anillo), porque no ejercían el cargo. En el "Libro de Actas de la Universidad" de 1780 (citado por Juan B. Lastres), puede leerse lo siguiente: "Que en efecto, en esos días le había ordenado pasase al Hospital de San Andrés, y en Consorcio de Cathedratico de Anatomía y del Protomédico hiciese reconocimiento de alguna Sala o lugar cómodo en donde pudiese formar un Anfiteatro para disecciones Anatómicas según lo tenía ordenado su Majestad muchos años antes".

No fue sin embargo, hasta noviembre de 1792, que la orden real se vio cumplida, al inaugurarse el anhelado anfiteatro, gracias a las gestiones de Hipólito Unanue y el apoyo del Virrey Frey Francisco Gil de Taboada y Lemos y Villamarín; en la ceremonia, pronunció Unanue su famosa oración "Decadencia y restauración del Perú".

A mediados del siglo XIX, el declive de la atención manicomial era evidente. Casimiro Ulloa, en la Gaceta Médica de Lima de 1857, se refirió a las loquerías de Santa Ana y San Andrés en los siguientes términos (citado por Óscar Valdivia Ponce): "hemos recorrido esas especies de cárceles que en Lima se honra con el nombre de casa de locos, nuestro corazón ha sido cruelmente herido de pesadumbre y angustia. Al ver el semblante de estos desdichados recostados en inmundos colchones sobre el suelo, o sobre gruesas tarimas, encerrados a pares en estrechas y húmedas celdas, sin más mueble que las vasijas de barro indispensable a sus más apremiantes necesidades: al verlos atados a las paredes de ellas con cadenas de hierro, o colocados sus pies en un cepo al mirarlos vagar por un corredor estrecho, sin otro cuadro a que volver los ojos que el espectáculo de las desgracias de sus compañeros de cárcel, no hemos podido alejar de nuestra memoria el recuerdo de las lastimosas escenas de que hemos hecho mención".

El mismo Casimiro Ulloa (citado ahora por Juan B. Lastres) dijo en otro momento, refiriéndose a la loquería de San Andrés: "sin estar en deplorables condiciones, deja sin embargo, mucho que desear porque los infelices amentes muden cuanto antes del alojamiento. Allí hay es cierto más aseo, más vigilancia; pero todo esto no toca la medida de lo que se puede hacer en este género de servicios públicos". Por otro lado, según Baltazar Caravedo, el médico Miguel E. De los Ríos informó en 1853 a la Sociedad de Beneficencia Pública, "sobre el estado lamentable en que se encontraba la loquería que funciona en dicho establecimiento (el Hospital de San Andrés), solicitando para los enajenados, régimen menos cruel. Los pobres enfermos eran considerados como en tiempo de la colonia: encerrados en inmundos calabozos o sujetos con cadenas a los muros, sufrían el maltrato de guardianes convencidos de que la agresión era el mejor procedimiento para dominar a los agitados, a los indisciplinados y para todos aquellos que perturbaran la tranquilidad de la casa o de sus cuidadores".

El desprestigio de las loquerías de San Andrés y Santa Ana fue el motor que impulsó la fundación del Hospital Civil de la Misericordia (más conocido como Hospicio del Cercado), el cual funcionó desde 1859 hasta 1917, y al que fueron trasladados los enfermos mentales de las loquerías (de aquél sólo hemos llegado a ver 
una placa en el museo del Hospital Víctor Larco Herrera).


El Hospital de San Andrés siguió funcionando hasta el 8 de marzo de 1875, cuando todos los pacientes pasaron al recién inaugurado Hospital Dos de Mayo. El local funcionó entonces como convento de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, y desde 1929, de las Hijas de María Inmaculada. Posteriormente, parte del terreno terminó convertido en la actual Comisaría de San Andrés (frente a la Plaza Italia), y el resto fue utilizado por el Colegio Óscar Miró Quesada, hasta que en el 2007 los alumnos fueron evacuados por Defensa Civil, por riesgo de derrumbe.

Quedan muy pocos espacios, y bastante deteriorados, de lo que fue la planta tradicional del hospital y nada casi de lo que fueron los claustros de medicina, pues lo que fue el anfiteatro de anatomía lo ocupó y transformó la comisaría de San Andrés. Pero es la más antigua edificación virreinal que existe y tiene un valor histórico notable. Se han presentado proyectos para constituirlo como un museo. Que sea eso o un centro cultural, pero que se conserve.

Desde diciembre del 2009 la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana (SBLM) administra los 5 mil m2 que quedan de los 10 mil que tenía el otrora hospital San Andrés cuando se fundó en 1552.

Los investigadores, miembros de las facultades de medicina y la misma beneficencia coinciden en la necesidad de rehabilitar y convertir San Andrés en el museo de la medicina, ya que fue la cuna de esta profesión.
Motivos no faltan: el local que ocupaba el colegio conserva el cementerio, el patio y el loquerío (antecedente del manicomio) que formaban parte del hospital, así como una capilla de mediados de 1800. Una historia arquitectónica que merece un capítulo aparte.
Información e imágenes de: Oswaldo Salaverry. Profesor de Historia de la Medicina-UNMSM. Santiago Stucchi Portocarrero (Blog Psiquiatría Histórica).  Médico Psiquiatra. Diario El Comercio

lunes, 25 de enero de 2010

Sanatorio Domingo Olavegoya



El Hospital “Domingo Olavegoya” de Jauja tiene sus orígenes allá por los años 1900, cuando los estragos que había producido el terrible mal de la peste blanca o tuberculosis, eran alarmantes (25% de mortalidad total) y los hospitales de Lima se encontraban colapsados con la atención de pacientes tuberculosos.

Esta enorme letalidad se debía a la indiferencia con que se había mirado el progresivo crecimiento de tal mortífero mal.

Durante estos años se conformo una comisión con el propósito de construir un sanatorio precedida por la Universidad Nacional de San Marcos e integrada por los doctores Dulanto M., Odiozola E., Avendaño L., y el ingeniero Torres.

En 1903 por Resolución Suprema la UNMSM es facultada para rembolsar 80,000 libras peruanas de oro, para la construcción del sanatorio.

El 22 de febrero de 1905 se eleva el informe señalando la posibilidad de que el sanatorio se construya en Jauja o Tamborique, el 12 de Marzo de 1906 la comisión encargada, determino definitivamente la construcción del sanatorio de Jauja y con el legado del filántropo don Domingo Olavegoya Iriarte, personaje adinerado de la alta sociedad limeña, quien después de un penoso peregrinaje infructuoso por los mejores especialistas de la época, experimento la dicha de ver curada de la terrible enfermedad de la tuberculosis a su querida hija, la donación consistió en un monto de 10,000 libras peruanas de oro.

En 1918 se realizaron los contratos para la construcción del sanatorio.

El 21 de setiembre de 1921, la denominada Junta de Hospitales por medio del Inspector Sr. Michael Fort, hace saber que el nombre del establecimiento será Hospital Domingo Olavegoya y no Sanatorio, con miras a una mayor proyección institucional.

No se realizó la inauguración del Hospital “OIavegoya” la idea de inaugurarla, fue postergada en muchas  oportunidades, razones múltiples, tales como la dificultad de viajar por motivos de trabajo y ocupaciones del Sr. Inspector Michael Fort, también la dificultad del ferrocarril central, por las interrupciones producidas por los derrumbes y urgencia de entregar al servicio de la humanidad doliente.



En forma verbal Michael Fort comunico a la Reverenda Superiora Sor Luisa que en sesión de junta se acordó que la fecha de apertura del establecimiento al servicio del publico se el 5 de Enero de 1922, iniciándose la labor administrativa con la aplicación del Reglamento de Admisión, Planillas y Fondo.

Fueron los pabellones de San Miguel (Cirugía – Medicina) y Santa Luisa (Consultorios Externos, lo primeros pabellones que albergaron a los siguientes pacientes:

Gratuitos:
Mujeres 
Fernanda de la Portilla 
Carmen Alomía 
Maria Consuelo Carrillo
Clara Louchon
Petronila Caceda

Hombres
Damion Huayta
Vicente Mújica

Los pabellones de Santa Elisa y Santo Domingo fueron los primeros puestos en servicio el año 1922, luego se inauguran los pabellones de Santa Luisa y Santa Rosa en 1923 y en 1926 el pabellón San Miguel.

En 1929 se inaugura los pabellones de Oficiales (Pediatría) y Tropa (Gineco-Obstetricia), posteriormente se construye los pabellones de Santa Elisa (Personal, Planificación y Abastecimientos) pabellón Santo Domingo (Neumología) y pabellones de San Martín y San Vicente (Psiquiatría).

Cuenta la historia que los pacientes provenientes de Lima, eran previamente examinados por el Director del consultorio “BYRON” Dr. Corvetto, quien otorgaba en certificado, visado por el Inspector Sr. Michael Fort y los pacientes provenientes de Jauja recibían examen medico para ingresar al sanatorio, los mismos que eran visados por la Reverenda Madre Superiora Sor Luisa. 

La fama del Hospital “Olavegoya” fue creciendo y su prestigio rebaso las fronteras del país y ya por entonces era conocido mundialmente. La afluencia de pacientes nacionales y extranjeros, hizo que se creen nuevos pabellones.

El 16 de Julio de 1923 ingreso la primera enfermera titulada Felicita Cernaque en calidad de paciente y a la vez como personal contratado. 

El primer paciente extranjero fue el Ministro Encargado de Negocios de China quien ingresara en Marzo de 1923. fueron internados pacientes famosos que se desarrollaron en la vida militar, política nacional, ministros, directores de las Fuerzas Policiales, escritores, científicos, miembros de familias reales, entre otros. 

Según las versiones escritas existentes se deduce que las primeras administradoras fueron religiosas y se considera al Dr. Augusto de las Casas como primer director por desempeñar las funciones de Jefe Medico, sigue el Dr. Bardales y don Demetrio Olavegoya (Miembro de la Beneficencia Publica de Lima, quien en carta del 19 de abril de 1926, enviada a Jauja manifestó que se estaría gestionando la venida de un Medico de Suiza para ocupar la Dirección). 

Los siguientes Directores fueron el Dr. Aronbal, el Dr. Klinge, el Dr. José García Frías, científico medico y especializado en Alemania y el Dr. Raúl Guerra Cuevas, con estudios y especialización en Francia, clínico seguidor de la Escuela Medica – Francesa.

La Historia del Hospital “Domingo Olavegoya” fue menguando con la aparición de los quimioterapicos, consecuentemente fue disminuyendo el apoyo de la Beneficencia Publica de Lima y Callao.

Y es así como en 1961 el 15 de Noviembre con R. S, se transfiere al Ministerio de Salud Publica y Asistencia Social, en cumplimiento a la política de salud que ordenaba la integración de los servicios de salud.

En 1964 la labor de las religiosas de la caridad llego a su término, dejando las labores en manos de
profesionales y auxiliares de la salud.

En los años 60 las acciones del hospital fueron reorientadas a las labores propias de un hospital. En la década de los 80 se logro que el hospital se convirtiera en centro de referencia a nivel regional en las atenciones de salud mental y psiquiatría, siendo director el Dr. Petronio Izaguirre y Jefe del Departamento de Psiquiatría el Dr. Nelson Ninamango Solís.



Actualmente el Hospital “Domingo Olavegoya” cuenta con profesionales de la salud y de las ciencias administrativas, muchos de ellos con especialidades, maestría y doctorado. La gestión ha iniciado una etapa de cambios en función a las competencias adquiridas en capacitaciones que se viene efectuando dentro y fuera de la institución, con miras a seguir elevando la calidad de atención que se brinda a la población objetivo conformada por las dos provincias Jauja y Yauli Oroya.

Queda pendiente de historial en lo que corresponde a los directores de los años 1987 al 2008, en la gestión administrativa del Hospital “Domingo Olavegoya” del Dr. Francisco Rodríguez Rodríguez, Dr. Grimaldo Barrios, Dr. Carlos Daniel Huaringa Santisteban, Dr. Jorge Fidel Capcha Espinoza, Dr. Manuel Adrian Acosta, Dr. Pedro Misael Martinez Alfaro. Dra. Rosario Landa Galarza y finalmente en la actualidad Dr. Pedro Misael Martinez Alfaro.

ENFERMERA
Ingresa el 16 de julio de 1923, la primera enfermera titulada Felícita Cernaqué en calidad de paciente y a la
vez como personal contratada.

PRIMER PACIENTE EXTRANJERO
En Marzo de 1923 ingresa el Ministro Encargado de Negocios de China.

AMPLIACIÓN DE TERRENOS
En la carta del 19 de abril de 1926 se consulta sobre la compra de terrenos adyacentes posteriores, discutiéndose el precio y recomendándose efectuar la compra de 2 a 3 centavos por metro cuadrado, terreno comprado por la liga Antituberculosa (terrenos de cultivo de Psiquiatría).

PACIENTES FAMOSOS
A través de la vida hospitalaria de este nosocomio hubieron pacientes famosos que desarrollaron en la vida militar, Política Nacional, Ministros, Directores de las Fuerzas Policiales Auxiliares; en el campo de las  Letras, las Ciencias, el Comercio y la Banca, Príncipes u miembros de Familias Reales Extranjeras, así como
Mujeres Bellas de la Sociedad Limeña y de diversos departamentos, esto inspiro a muchos Poetas, Literatos a tratar sobre el Hospital “Olavegoya” mas conocido mundialmente como SANATORIO OLAVEGOYA  por entonces no obstante se cambio su nombre original de HOSPITAL OLAVEOYA.

CRISTO POBRE
Paralelo con el crecimiento del Hospital Olavegoya merece un reconocimiento especial de parte del Pueblo Católico a las hermanas de la Caridad de “San Vicente de Raúl” pues ella con el ejemplo de Sor. Martha, Sor Luisa y otras distinguidas religiosas impusieron la disciplina, los buenos modales, la higiene, la caridad y el respeto a los pacientes y personas. Lamentablemente por razones que ignoro en 1964 se retiran, ordenadas por su comunidad religiosa, dejando un gran vacío en nuestro centro hospitalario. La capilla de Cristo Pobre fue inaugurado en 1922 siendo padrino el Señor Presidente de la Republica Don Augusto B. Leguia.

Extraído de: Reseña histórica del Hospital Domingo Olavegoya - Jauja.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Historia del Colegio Médico del Perú


Esta semana en el Perú son las elecciones nacionales del Colegio Médico, y a propósito del evento de sufragio obligatorio para todos los miembros de la orden, repasaremos un poco de su historia y sus momentos más importantes.

La aspiración corporativa de tener una institución que custodie “la majestad de la Orden y los valores éticos de la profesión” apareció muy tardíamente en nuestro país.

La finalidad fue crear una institución que vele y oriente los principios y valores de la profesión médica y que ejerza el control ético deontológico del ejercicio de la misma.

Como antecedente al Colegio Médico del Perú, ya en 1883, específicamente el 13 de agosto, se fundó la Sociedad Médica Unión Fernandina, por médicos jóvenes y estudiantes de medicina, con la finalidad de formar un instrumento de progreso impulsada por las más esclarecidas mentalidades médicas de la época; sin embargo esta no representó a todos los médicos, dado que no daba cabida a mentes “adocenadas”.

Luego, en 1922 comenzaron a circular esquelas dirigidas a los miembros del Cuerpo Médico Nacional – así los firmaba el Dr. Ricardo Palma Jr. – invitando a los colegas a adherirse a la fundación del Círculo Médico Nacional y ser considerados como miembros fundadores.

Buscaban influir en el pensamiento de los médicos para defender este movimiento y coadyuvar a que el tiempo lo eternice.

Se consideran como fundadores y pioneros del Círculo Médico al Dr. Ricardo Palma (hijos del tradicionalista escritor) y Fortunato Quesada; ambos crearon un movimiento que se ajustara a la realidad que se vivía entonces, e incorporar a toda la Orden a nivel nacional.

Los miembros de su primera Junta Directiva 1922-1927 fueron: Ricardo Flores, decano de la Facultad de Medicina (Presidente Honorario), Pablo S. Mimbela (presidente activo), Guillermo Gastañeta y Miguel Aljovín (Vicepresidentes), Francisco Graña, Ricardo Palma y Juan Voto Bernales (secretarios), Oswaldo Hercelles (Tesorero), Ramón Ribeyro (Bibliotecario), Hermilio Valdizán (Director de la Revista); y Julián Arce, Rodolfo Neuhaus, Rómulo Eyzaguirre, Felipe Merkel, Carlos Monge y Constantino Carvallo (Vocales).

Desde ese momento, con gran celeridad, ese año convocaron a una sesión de Junta General para discutir los estatutos, el Reglamento, el Código Deontológico – que es la Base del actual Colegio Médico -, y la Defensa Nacional (Federación Médica de hoy).

La vida de esta institución fue muy corta, hasta 1927 aproximadamente. El 5 de octubre de 1930 bajo el impulso de Gabriel Delgado Bedoya y de Juan Werner se crea la Asociación Médica Peruana «Daniel A. Carrión», un renacer mejorado del Círculo Médico. El 27 de junio de 1947 se funda la Federación Médica Peruana, de la que es su primer presidente Ovidio García Rosell. Y, finalmente, el Estado crea el Colegio Médico del Perú. A fines de la década del 60.

Ya en la década de los cincuenta, la dirigencia de la Asociación Médica Peruana “Daniel Alcides Carrión” y los colegas que sin pertenecer a ella lideraban el ejercicio asistencial, el claustro universitario, la curul parlamentaria y la defensa de los derechos profesionales y sociales, ya tenían un claro criterio respecto a las características que debían tener un Colegio Médico y las funciones que debía cumplir. Se sentía ya la necesidad de eliminar el ejercicio ilegal de la medicina, el empirismo, el intrusismo y la ruptura de valores éticos.

La primera expresión imperativa del Estado destinada a crear una orden profesional que agrupe a los médicos del País, se inició en el año 1957, cuando se aprobó en el Congreso de la República el Proyecto de Ley para crear el Colegio Médico del Perú. Recién en el año 1959, después de pasar 2 años “el sueño de los justos”, el Proyecto pasó de la Cámara de Diputados a la de Senadores, sin embargo, en pleno gobierno de la Junta Militar del General Nicolás Lindley, dicho Proyecto de Ley, no se tocó; preveían que la situación se tornaría políticamente explosiva.

Recién, durante el primer Gobierno del Arquitecto Fernando Belaúnde Terry, el Senado de la República, a través de la firma de su presidente Ramiro Prialé Prialé, aprobó la Ley 15173, que crea el Colegio Médico del Perú (CMP) como entidad autónoma de derecho público interno, el 11 de agosto de 1964. Aún sin ser promulgada por el presidente, debido a problemas por la participación de un abogado como presidente de la comisión que la evaluaría, pasó 5 años sin ser promulgada.

En 1969, luego del golpe de estado militar, se retomaron las coordinaciones de la Comisión para su promulgación, que fue firmada el 1 de Julio de ese año, por el General Juan Velasco Alvarado, Presidente de la República, y por el Mayor Gral. FAP Eduardo Montero Rojas, Ministro de Salud.



La acogida de los médicos peruanos fue inmediata ya que se logró la inscripción de 4972 en total y se procedió a la primera elección de autoridades. El Dr. Jorge De La Flor Valle fue el primer decano del Colegio Médico del Perú. La primera sesión ordinaria del Consejo Nacional del Colegio Médico Perú se realizó el 18 de noviembre de 1969 en el local de la Asociación Médica “Daniel Alcides Carrión” instalándose e iniciando así la vida institucional de la Orden médica que se ha desarrollando en el ámbito ético y deontológico, de la defensa de la salud pública e individual y cultivando la doctrina que alimenta los principios y valores de la profesión médica, todo ello de manera autónoma.

Actualmente el Colegio Médico del Perú se encuentra a la vanguardia como ente rector de la doctrina, y de la ética y deontología de la profesión médica, del fortalecimiento de la profesión y presencia nacional e internacional, participando en la Asociación Médica Mundial, en la Confederación Médica Latinoamericana y otras instituciones profesionales.

Cuenta con un Consejo Nacional (en Lima) y 25 Consejos Regionales (23 capitales de Departamento, más el Callao y uno adicional en Huaraz), Comités asesores, permanentes, asesores transitorios  y locales, así como organismos consultivos como Consejos, Congresos,  Asambleas y Organismos que determine el Consejo Nacional.

A todos los miembros de la Orden Médica, nos queda en estas fechas una responsabilidad de mantener los preceptos por las que fue creado.


Edición de Historia de la Medicina Peruana. Información de: CMP, Dr. Félix Castillo N., Historia de la Medicina Peruana del S. XX.