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martes, 20 de octubre de 2009

El Ritual de la Ayahuasca



Según las vendedoras de plantas medicinales del Mercado de Belén, en la amazónica ciudad de Iquitos – Loreto, en Perú, la Ayahuasca es una planta medicinal, con efectos curativos múltiples. Entre sus propiedades, manifiestan ellas, “eliminan las toxinas orgánicas”, “limpian los tubos intestinales”, “sacan todo tipo de enfermedades del organismo”, “para desintoxicarse”; además, agregan, “es el mejor purgante amazónico que existe”, y dentro de la propiedad más difundida: “alucina también”, “te purifica, te limpia”. Ellas afirman que desde tiempos ancestrales lo usaban para eliminar “el daño” y “cuando te ojean”, finalizan.


El Ayahuasca es una liana que crece en casi todos los rincones del Amazonas. Es conocida y reverenciada por todas las tribus indígenas como un elemento básico dentro de sus costumbres curativas, por lo que constituye el fundamento de su Medicina Tradicional. La palabra Ayahuasca pertenece al quechua y significa “soga del alma”.


Esta palabra tiene dos usos significativos dentro de la amazonia peruana: Primero: Para designar a la planta (Banisteriopsis caapi) que es una liana normalmente de color marrón rojizo; y Segundo: Para designar al preparado enteógeno (a base de sustancias vegetales) utilizado por los chamanes amazónicos con fines mágicos, curativos y adivinatorios.


La preparación de la Ayahuasca, es realizada por los expertos chamanes amazónicos, quienes manifiestan que su elaboración es básico, primero, La Ayahuasca: “se lo machaca con un mazo sobre el palo de Ayahuasca”, luego se pone a la olla. Esta olla, tiene hirviendo previamente con una hoja de Lobo Sanango (Tabernaemontana sananho), una hoja de Achuni Sanango, dos hojas canelilla (Cumaceba), una hoja de Toe (Brugmansia suaveolens), 350 hojas de Chacruna (Psychotria viridis) y 15 flores de Chiric Sanango (Brunfelsia grandiflora).


Luego durante la ceremonia, y previa a la invitación a probar el preparado, el chamán ayahuasquero realiza los cantos utilizando los instrumentos musicales amazónicos, con lo que hacen la invocación a los Icaros. Los instrumentos musicales son muy importantes en la ceremonia de la Ayahuasca, manifiestan los chamanes: “los cantos se convierten en Icaros” (canciones ayahuasqueras), “Si no hay canto, no hay nada” recalcan.


Se dice que mediante estas canciones los chamanes dirigen y transfieren parte de su energía a las personas. Los ícaros también son utilizados para cargar energéticamente objetos ceremoniales con el fin de dotarlos de cierto poder antes de ser utilizados. El chamán icara siempre el Ayahuasca antes de darlo al paciente.


Este ritual permite al chamán conectarse con sus Dioses, incluso con animales que ellos temen, dentro del contexto amazónico, por ejemplo los Jaguares. Es decir, les sirven como retos, dentro de los miedos que ellos tienen a la naturaleza.


Cuando se toma la preparación de la Ayahuasca, manifiesta Erlinda Fernández, una chamana amazónica, “se aparecen visiones a los que tienen enfermedades, se sienten mal, aparecen tristezas”. Para saber que enfermedad padecen las personas, es que se toma la Ayahuasca, y de esa visión “miramos donde está su enfermedad, de que viene, de donde viene”. Ellos determinan si la enfermedad tuvo su origen en los elementos de la naturaleza, “del agua, de la tierra, del cielo o del viento”, afirma.



En el video que se muestra, se evidencian las manifestaciones del ritual de la Ayahuasca. Desde el momento en que se bebe una copa del preparado, las primeras manifestaciones aparecen después de 40 a 60 minutos aproximadamente, se empiezan a visualizar luces psicodélicas de todos los colores, el cuerpo se siente con mayor ligereza, incluso se da la sensación de estar separado del piso y la percepción de estar en “otro nivel”.


Los sentidos se sensibilizan a un nivel nunca antes percibido por el que se somete al ritual ayahuasquero. Luego de una hora más, cambia el efecto psicodélico por la visión de imágenes de seres inmortales, míticos, religiosos o de miedos o temores que el paciente tiene por recuerdos en su subconciente más profundo. 


Rómulo Lizarraga Valencia, quien se sometió a este ritual en la selva de Puerto Maldonado, en compañía de turistas, justo en ese momento de cambio, empezó a ver una luz y unas graderías, manifiesta que “empecé a subir las gradas, y en lo alto, una luz brillante y blanquecina”, según su manifestación se le apareció una mujer vestida de tul blanco, “me dijo que era la Virgen María, y ella me llamaba”, finalizó.


El efecto del Ayahuasca se termina aproximadamente a las cinco horas, ya casi al amanecer, ya que estas ceremonias se realizan principalmente alrededor de la medianoche.


Según la explicación científica que se le da a la Ayahuasca, todas esas imágenes que se les presentan a los chamanes, son producto precisamente de los efectos de los alcaloides. La combinación de la Psychotria viridis (Chacruna) le permite a la Banisteriopsis caapi (Ayahuasca) actuar a través de sus alcaloides. Según el Dr. Jorge Alonso, Presidente de la Asociación Argentina de Fitomedicina y estudioso del tema, manifiesta que si nosotros consumiéramos solamente la planta de Ayahuasca, por la cocción de su corteza, no actuarían los principios activos, por que se inhibirían a nivel del estómago. La incorporación de la Chacruna permite que justamente se inactiven esas enzimas, que no permiten los alcaloides de la Ayahuasca.


Quien se aventure a una sesión de estas características, deberá hacerlo de la mano de un especialista, un verdadero maestro ayahuasquero, con todos los cuidados que estas experiencias requieren. Estas plantas sagradas se deben utilizar en el momento perfecto, en el lugar perfecto, con curanderos que sepan utilizarla; y este ritual se debe hacer en la selva, no en la costa, ni en la sierra.


La Ayahuasca, al igual que otras plantas, como la hoja de Coca o en cáctus San Pedro, son hierbas muy utilizadas por la medicina tradicional peruana y símbolos curativos representativos de la Selva, Sierra y Costa, respectivamente. Tal vez, quede realizar estudios más científicos para determinar las propiedades farmacológicas del preparado de la Ayahuasca; así como de cada una de las plantas que lo componen.

martes, 5 de mayo de 2009

El Hampicamayoc



Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), ilustre escritor e historiador peruano de la época de la conquista, de antepasados incas y españoles, describió a los llamados Hampicamayoc como personajes ligados al cuidado de la salud de la época más representativa del imperio incaico; fueron tenidos por médicos, no para curar a todos, sino sólo a los Reyes (Incas) y a los de su sangre y a los curacas y a sus parientes (Comentarios Reales de los Incas).

Entre los procedimientos más destacados señalaremos que los Hampicamayoc aprendieron que era una cosa provechosa, la evacuación por sangría y purga, donde se sangraban los brazos y las piernas. No era el procedimiento científico adecuado, debido al desconocimiento de la aplicación de la sangría ni la disposición de las venas, ellos procedían sobre las venas que estaban más próximas a la zona del dolor padecido. Cuando padecían cefalea intensa, se hacía sangrar la zona de la glabela (entrecejo), utilizando una lanceta basada en una punta de cristal de roca (Pedernal) sobre un palillo hendido como mango, el cual se coloca sobre la vena a sangrar y se golpea con un papirote; según relata Garcilaso, de esta forma abrían la vena con menos dolor que con las lancetas comunes.


Para aplicar las purgas tampoco procedían siguiendo un conocimiento sobre los humores, ni observando la orina, tampoco conocían la melancolía, la flema o la cólera. La purga se realizaba más bien teniendo salud que estando enfermos, y lo hacían ordinariamente cuando tenían síntomas de pesadez y sensación de llenura (apesgados y cargados). Para dicho procedimiento tomaban aproximadamente dos onzas del jugo de la Maca (descritas como raíces blancas que asemejan nabos pequeños), el cual era molido y dado a tomar en agua o en cualquier brebaje que ellos tomasen, siendo luego colocados frente al sol durante aproximadamente una hora para que el calor obrase en su acción.

El malestar es general en aquel paciente en purga, al inicio manifiesta síntomas de náusea (sensación semejante a los que se marean cuando entran al mar), vértigo (la cabeza siente váguidos y desvanecimientos) y parestesias (parece que por las coyunturas del cuerpo, venas y nervios andan hormigas) en brazos y piernas, a lo que prosiguen vómitos explosivos, así como cámaras diarreicas intensas, mientras dura el purgado, el paciente permanece en malestar general, mareado, pérdida del apetito y de la sed; incluso pareció ser útil como antiparasitario (“a vueltas salen lombrices, gusanos y cuantas sabandijas allá adentro se crían”). Terminada la purga, el paciente recupera su estado general, incluso manifiesta polidipsia y polifagia. Estos síntomas fueron descritos literalmente por el mismo Inca Garcilaso, quien tuvo que purgarse dos veces por un dolor de estómago que padeció en diferentes oportunidades.

La medicina de los incas tenía carácter primitivo y mágico. Creían que las enfermedades eran debidas bien a un pecado cometido, bien a la pérdida del alma como consecuencia de un susto o bien al ataque invisible de un hechicero. Los médicos o Hampicamayoc debían ser adivinos para hallar la causa de la enfermedad y adivinos para curarla. Las curas con hierbas eran lo más frecuente, pero los Hampicamayoc también realizaban intervenciones quirúrgicas como la trepanación.

viernes, 17 de abril de 2009

El enfermero Martín


Martín fue hijo de un español, Don Juan de Porres y de una negra liberta panameña, Ana Velázquez, que residía en Lima. Nació el 9 de diciembre de 1579, en Lima y murió el 3 de noviembre de 1639 a la edad de 59 años. Fue beatificado en el año 1837 por el papa Gregorio XVI y canonizado el 6 de mayo de 1962 por el papa Juan XXIII. Los motivos de convertir en santo a este ilustre e inolvidable peruano de la época colonial, fueron más allá de lo que comúnmente conocemos. Fray Martín, además de su fiel devoción a los hábitos dominicos, es destacado por sus amplios conocimientos al servicio de la salud de cualquiera que buscara su ayuda, era uno de los primeros enfermeros que la historia del Perú pueda identificar; además, se le identifica como Cirujano menor (Les llamaban barberos en esa época), farmacólogo (herbolario), odontólogo (sacamuelas) y médico veterinario. Fue el mismo Ricardo Palma, que en sus Tradiciones Peruanas le endilgó el sustantivo de enfermero en muchos de sus pasajes históricos.

Martín debió de empezar su labor como enfermero entre 1604 y 1610. Inició su aprendizaje de boticario en la casa de Mateo Pastor, quien se casaría con la hija de su tutora. Esta experiencia sería clave para Martín, conocido luego como gran herbolario y curador de enfermos, puesto que los boticarios hacían curaciones menores y administraban remedios para los casos comunes. También fue aprendiz de barbero, oficio que conllevaba conocimientos de cirugía menor.

En el convento, Martín ejerció también como barbero, ropero, sangrador y sacamuelas. Su celda quedaba en el claustro de la enfermería. Todo el aprendizaje como herbolario en la botica y como barbero hicieron de Martín un curador de enfermos, sobre todo de los más pobres y necesitados, a quienes no dudaba en regalar la ropa de los enfermos. Su fama se hizo muy notoria y acudía gente muy necesitada en grandes cantidades.

Su labor era amplia: tomaba el pulso, palpaba, vendaba, entablillaba, sacaba muelas, extirpaba lobanillos, suturaba, succionaba heridas sangrantes e imponía las manos con destreza. En Martín confluyeron las tradiciones medicinales española, andina y africana; solía sembrar en un huerto una variedad de plantas que luego combinaba en remedios para los pobres y enfermos.

Su preocupación por los pobres fue notable. Se sabe que los desvalidos lo esperaban en la portería para que los curase de sus enfermedades y les diera de comer. Martín trataba de no exhibirse y hacerlo en la mayor privacidad. La caridad de Martín no se circunscribía a las personas, sino que también se proyectaba a los animales, sobre todo cuando los veía heridos o faltos de alimentos. Tenía separada en la casa de su hermana (que ya estaba casada y en buena posición social) un lugar donde albergaba a gatos y perros sarnosos, llagados y enfermos.

La personalidad carismática de Martín hizo que fuera buscado por personas de todos los estratos sociales, altos dignatarios de la Iglesia y del Gobierno, gente sencilla, ricos y pobres, todos tenían en Martín alivio a sus necesidades espirituales, físicas ó materiales. Su entera disposición y su ayuda incondicional al prójimo propició que fuera visto como un hombre santo. En la actualidad, todas estas son características de la medicina humanista, corriente cada vez más difundida entre las nuevas facultades de medicina en el Perú. Muchos enfermos lo primero que pedían cuando se sentían graves era: "Que venga el santo hermano Martín". Y él nunca negaba un favor a quien podía hacerlo.

Se le atribuyó también el don de la sanación, de los cuales quedan muchos testimonios, siendo las más sorprendentes la curación de enfermos desahuciados. "Yo te curo, Dios te sana" era la frase que siempre solía decir para evitar muestras de veneración a su persona. Según los testimonios de la época, a veces se trataba de curaciones instantáneas, en otras bastaba tan sólo su presencia para que el enfermo desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperación. (efecto placebo).

Normalmente los remedios por él dispuestos eran los indicados para el caso, pero en otras ocasiones, cuando no disponía de ellos, acudía a medios inverosímiles con iguales resultados. Con unas vendas y vino tibio sanó a un niño que se había partido las dos piernas, o aplicando un trozo de suela al brazo de un donado zapatero lo curó de una grave infección.

Debido a su vida al servicio de la salud y cuidado de los pacientes y enfermos, es que a San Martín de Porres se le ha nombrado Patrón de los Enfermos, Patrón de los Químicos Farmacéuticos del Perú, Patrón de la Sanidad de las fuerzas policiales del Perú y Patrón de la Universidad de San Martín de Porres, en Lima – Perú.

miércoles, 15 de abril de 2009

Parto Vertical

Desde los inicios de la humanidad el nacimiento de los seres humanos se ha efectuado en posición vertical. Durante el S. XVII, en muchos países de Europa, se cambió la posición para el parto, con la finalidad de resolver algunos problemas durante el período expulsivo y evitar así la demora en la salida del feto; llegando incluso a utilizar cierto instrumental como el Fórceps para la asistencia externa del parto vaginal, hoy esta práctica ha ido en desuso.



En el Perú, tradicionalmente el parto se realizaba en forma vertical, conducido únicamente por la mayoría de la fisiología. Esto se evidencia a través de las cerámicas dejados por nuestros antepasados, donde se representaban a las nativas momentos antes del parto; así como a las encargadas de los cuidados maternales, antes y después del alumbramiento, quienes no eran las mismas mujeres que ejercían las funciones curanderas.

El parto se efectuaba por gravedad, lo que acusa un perfecto conocimiento clínico en su forma más fácil y normal. En la figura presentada vemos al marido que sujeta a la esposa por los flancos del vientre, sin duda para hacerle masajes y ayudarla para el alumbramiento, y a la partera dedicada con vigilante atención a la evacuación del nuevo ser. Junto a la parturienta están los utensilios y cajas que servían para estos casos. En cuanto a la expresión del trance, el artista ha sabido interpretarla con gran realismo: la faz de la mujer acusa con extraordinaria vivacidad los agudos dolores del alumbramiento; asimismo, podemos observar el vientre abultado y los
pechos endurecidos y desproporcionados.

Con la llegada de la medicina occidental, se sustituye este proceso natural por un conjunto de técnicas para hacerlo horizontal. Sin embargo, algunas regiones han conservado su costumbre ancestral que hoy tal vez sea bueno estudiar y difundir; tratando de que el Parto Vertical recupere la capacidad y la confianza en la propia naturaleza, sin renunciar a la tecnología, sino reservándola para las complicaciones y los casos de riesgo.

martes, 14 de abril de 2009

Trepanaciones Craneanas en el Perú


Según el Traumatólogo Vicente García, se han descrito por lo menos 10 mil craneos con trépanos en todo el mundo, siendo los más conocidos los de Perú, aunque hayan también de otras culturas como en Inglaterra, en Alemania, en España, en el Cáucaso (entre Europa del este y Asia Occidental), en Argelia, incluso en Nueva Guinea, todos sitios muy distantes entre sí; sin embargo, coincidían con técnicas (aún desconocidas) que generaban orificios en el cráneo muy similares entre sí.

Los primitivos cirujanos de la costa del Perú (Cultura Paracas)  practicaron hace más de 1000 años (aprox. Siglo V d.C.) operaciones casi imposibles sobre las cabezas de los mutilados en la batalla, heridas que hoy en día, en un alto porcentaje, provocarían la muerte; y que en cambio, fueron sanadas con éxitos hace más de 10 siglos. Aparentemente las técnicas exitosas que usaban incluían orificios circulares obtenidos por fricción, ello debido a que los cráneos encontrados evidenciaban crecimiento óseo alrededor de la zona de craneotomía (trépano).

Las técnicas de estos cirujanos de conocimientos asombrosos se perdieron para siempre; una medicina imposible para un tiempo en que la ciencia estaba todavía en pañales. Todo un misterio que sobrecoge en pleno siglo XXI a los profesionales de la salud.

martes, 28 de octubre de 2008

Trepanaciones Craneanas




A lo largo de la Historia la medicina y el valor de las pócimas ha sido uno de los conocimientos más importantes que han existido en todas las culturas. Médicos famosos, como el incluso consagrado Dios Imhotep, dentro del viejo Egipto, dejaron un legado que es muy posible que se perdiera en gran medida.

Pero sin duda uno de los mayores misterios que nos dejaron los antiguos cirujanos, fue de que manera eran capaces de curar los cráneos de heridos en la guerra: Las Trepanaciones Craneanas.