miércoles, 23 de diciembre de 2009

Una Historia de Navidad en el Hospital


Este tal vez no sea una Historia sobre la medicina peruana, pero fue una Historia que ocurrió en la Navidad, en un Hospital; y forman parte de mi propia Historia, de algunos recuerdos que me vienen en estas fechas.

Para todos aquellos que velamos por el bienestar de nuestros pacientes, de forma asistencial, moral, psicológica y físicamente, compartiendo con ellos no solo sus dolencias sino también sus problemas, con los que día, se ven sometidos al estar postrados en la cama de algún hospital, no se nos puede ocurrir si quiera que tengan que pasar una Navidad en los fríos ambientes de un Hospital.

A nosotros nos conmueve dicha situación; y más aún, si somos nosotros mismos quienes tenemos que compartir la Noche Buena velando por su salud, al lado de tu paciente, a las 12 de la noche, mientras todos los demás se encuentran en sus casas, llenos de Felicidad pro la llegada del Niño, como Dios manda...

A mi me sucedió hace algunos años cuando realizaba mi servicio de Internado en el complicado servicio de Ginecología de un Hospital de Lima. Las 12 de la noche lo pasé monitorizando todo un pabellón con 24 camas llenas de pacientes con Pre-Eclampsia, imagínense, como dejarlas por irme a abrazar a mi familia, como todos los años, si ellas también se encontraban ausentes de sus propios familiares.

Fue una sensación a la vez gratificante, pero me tocó llorar en un determinado momento en que recordé y ansié haber podido estar con aquellos seres más queridos. Nunca más me tocó esa experiencia, pero entendí lo duro, complicado pero a la vez loable, que significa la labor de todos aquellos que velan por la salud de su paciente: estudiantes, médicos, enfermeras, técnicos y obstetrices.


Para todos Uds. con el mayor cariño y aprecio hacia su labor, en especial en estos días, para aquellos que se encontrarán de guardia en algún hospital del mundo, para todos mis colegas y amigos:

FELIZ NAVIDAD!!!

lunes, 14 de diciembre de 2009

Unanue: Médico y Maestro (2/2)


Unanue ingresa a la docencia universitaria en 1788 por la Cátedra de Anatomía, cátedra que no era muy competitiva, nadie lo quería tomar, y usualmente eran sacerdotes los que se dedicaban a la enseñanza de este curso. Unanue revoluciona la docencia de este curso y la pone a la par de las mejores escuelas de Europa, construye en Anfiteatro Anatómico en una de las salas del Hospital de San Andrés, y lo inaugura un 20 de Noviembre de 1792.

Aquí inicia el cambio de le enseñanza de la medicina, haciendo disecciones cadavéricas y reuniones clínico patológicas, y comienza a mejorar el nivel de preparación de los médicos. Pero también inicia el camino hacia el Protomedicato, porque en realidad lo que funda es una cátedra paralela de Patología Médica, y con ello la reforma de la enseñanza de la medicina.

En la inauguración de este anfiteatro leyó un discurso: Decadencia y restauración del Perú, donde demostró su conocimiento del país y su preocupación por los indígenas, pero también mostraba una gran reverencia hacia la monarquía. Es necesario destacar en este punto, que aquí se tomaron los primeros exámenes a estudiantes de Medicina en los cursos de Patología Médica, el 25 de enero de 1796.

Otra de las razones que lo hicieron destacar tempranamente, fue el hecho que Unanue tuvo a su cargo la redacción de las memorias de los virreyes, como la de Teodoro Francisco Croix o de Guillermo Gil Taboada y Lemus. Esto hizo que Unanue tuviera un conocimiento muy detallado de lo que ocurría en el Virreynato y le permitió lucirse frente al Rey Fernando VII cuando viajó a España.

Sin duda otra de las razones que le dieron prestigio a Unanue, fue su participación activa en la organización de la Sociedad Académica de amantes del país que editó la revista El Mercurio Peruano (1791-1795). Esta publicación, que fue dirigida por José Baquijano y Carrillo, le permitió a Unanue escribir 58 artículos en el lapso de 3 años, artículos referentes a una variedad de temas; arqueológicos, biológicos, climatológicos, pero muy pocos de ellos de naturaleza médica.

El Clima de Lima, es su obra médica cumbre. En ella hace una descripción sistematizada y minuciosa del clima de Lima y lo relaciona con la medicina, la enfermedad y los estados de ánimo de los habitantes de Lima. Es del más puro estilo hipocrático, lo que constata con las ideas que parecía tener hasta antes de la publicación de este texto.

Diera la impresión que con este libro Unanue retrocede, intelectualmente hablando, se olvida de todos los adelantos que hasta ese momento había en la medicina para regresar a Hipócrates.

Es interesante mencionar algunas citas de su célebre discurso Decadencia y Restauración del Perú: “Ignorancia de la Anatomía, impericia de esta ciencia directora del profesor, tú has causado en gran parte la decadencia y miseria que hoy lo oprime”. Se refiere a la alta morbilidad y mortalidad entre los indígenas por ausencia de profesional calificado para la atención médica.

“¡Tal es hoy la suerte, tal condición del Perú!, de aquel Perú hipérbole en otro tiempo de felicidad y opulencia, consumidos sus moradores, solo presenta cúmulo de ruinas, herederas desiertas, minas derrumbadas. Donde están esos pueblos de tan numero vecindario que sostenían su libertad, oponiendo huestes que equilibran todo el poder de los incas”.

Indudablemente por esta época, 1792, el número de indígenas era apenas de 300 mil habitantes, de los millones de existentes al momento de la conquista. Finalmente de una manera indirecta culpa a los españoles de esta disminución de los pobladores nativos cuando manifiesta: “Al contrario, los vestigios de las ciudades y villas con que mejoraron excesivamente, cuanto había consumido la dura necesidad de la victoria, prueba con evidencia que lejos de haber sido los actores, han sido las víctimas de esta común calamidad”.

Menciona además lo que ha sido confirmado después, que las enfermedades que diezmaron las poblaciones indígenas fueron traídas por los españoles: La viruela, el sarampión y los negros esclavos venidos con los españoles trajeron la lepra, el chancro y la sarna y dice: “Desgraciado Perú esta ha sido tu suerte. Abismado en una mortal ignorancia de la anatomía, faltaron en las provincias médicas inteligentes y las enfermedades internas menoscabaron a la otra. Introducidas en el siglo de la conquista mil enfermedades extranjeras con el comercio, el lujo y la mezcla”.

Estas citas nos indican el profundo compromiso de Unanue con el Perú y nos explica por que razón quería ser Protomédico del Perú.

¿Qué hizo Unanue como Protomédico?
Desde que se recibió como médico el gran deseo de Unanue fue transformar la educación médica. Sus primeros pasos los realizó desde el anfiteatro de Anatomía, con el cargo de Protomédico y en base a la gran amistad que tenía con el Virrey Abascal decide impulsar la creación de la Escuela de Medicina. Esto ya lo había intentado con el Virrey Gil pero no se había cristalizado. Unanue siempre había pensado que la preparación médica de ese entonces, como que lo fue, era ineficiente, que la administración de salud en la población era mala y que esta no llegaba a las otras zonas del Virreynato.

Hay escritos donde se expresa mal de los médicos, por la inoperancia de éstos. El prestigio de Unanue permitió aglutinar todas las fuerzas de aquella época para consolidar este logro, el Arzobispo de Lima, el Obispo de Arequipa, los Cabildos de Lima y Quito costearon esta construcción.

Fue tal el entusiasmo por esta obra que las donaciones excedieron los gastos y con este superávit se construyó el Jardín Botánico. A esta Escuela de Medicina se le comenzó a llamar SAN FERNANDO como homenaje al Virrey y fue inaugurada el 13 de agosto de 1813. La currícula de estudios que se implementa está de acorde con la época, y aun constituye la base de los programas actuales.



Es interesante mencionar algunas recomendaciones que hace y que son tan vigentes ahora como antes, como el número de lenguas, las características de la programación de clases, que las de entendimiento y memoria se dicten en invierno y las de imaginación en verano, que se alternen las clases de tal forma que el avanzado puede asistir al repaso de los elementales.

Como Protomédico recomendó a Abascal la construcción del cementerio, puesto que hasta esa época los funerales se realizaban en las iglesias y esto era contraproducente. La construcción de la Escuela de Medicina y el Cementerio fueron encargadas al Presbítero Matías Maestro.

En 1813, en pleno auge liberalista por la presencia de Napoleón en España, se eligen los diputados para las cortes de Cádiz. Unanue fue elegido diputado por Arequipa, y con este motivo viaja a España. Aquí se suscitan una serie de incidentes. Fernando VII recupera el trono, se disuelven las Cortes, Unanue se entrevista con Fernando VII, quien queda muy impresionado con Unanue y lo nombra Médico de la Real Cámara, le obsequia el cuadro de una Virgen, lo intenta nombrar Marqués y finalmente lo nombra albacea de los Landaburo.

Llega con una buena posición económica en 1816, se retira a su hacienda de Arona en Cañete y a partir de allí se inicia con fuerza en otro aspecto de su vida, la de político, dejando prácticamente a un costado toda su trayectoria de médico y maestro. El relato y juicio sobre esta actuación es materia de otro trabajo. Lo importante es mencionar que Unanue se desenvolvió con honestidad, con rectitud y con capacidad, así como también con mucho tacto y tino.

Artículo escrito por: Dr. Iván Vojvodic Hernández (Synapsis Nº1-1994)

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Unanue: Médico y Maestro (1/2)


Indudablemente revisar toda la biografía de este personaje es muy difícil, tiene diferentes aspectos, el de médico, el de geógrafo, de estadista, de maestro, de financista, de político, de periodista y en general de una persona tremendamente empapada de un espíritu humanista y de mucho amor al Perú, nuestra patria, que inspiró en él su vida, con sus acciones y sus escritos. El querer tocar sólo el aspecto de médico y maestro es como tocar con una pluma su epidermis.

Sin embargo, también es menester mencionar que el futuro se desarrolla mejor con el análisis del pasado y de la historia, la cual debe ser crítica, exenta de pasiones y desmenuzadas a la luz de lo que ocurría en esos momentos.

José Hipólito Unanue y Pavón nació en Arica, el 13 de agosto de 1755, su padre fue español, Miguel Antonio Unanue y Montalivet, y su madre, una aristócrata arequipeña, Manuela Pavón Salgado y Martínez de Anaya. De allí que él era un criollo neto, de los que en aquella época se decía “limpio de sangre”. Realizó sus estudios básicos en el Seminario Conciliar San Jerónimo de Arequipa y posiblemente en algún convento en el Cuzco, con la posibilidad de alcanzar la profesión de moda en aquella época: el sacerdocio.

Llega a dominar el latín y el griego, se empapa de la cultura clásica, y esto se confirma con las citas que realiza en estos idiomas y en las referencias frecuentes a estas dos culturas en sus escritos.

Llega a Lima en 1777, a los 22 años, y es acogido por un tío materno, Pedro Pavón, sacerdote, catedrático de anatomía desde 1765, quien le inculcó el estudio de la medicina, descubriendo en él su verdadera vocación. Estudió medicina entre los años 1779 y 1783. Es en esta época donde se vive la efervescencia y las consecuencias de la rebelión de Túpac Amaru.

Es también en esta época, en 1781, donde José Baquijano y Carrillo recepciona en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) al Virrey Jáuregui con un virulento discurso en defensa de los indígenas. Por aquellos tiempos, una de las ceremonias de recepción del nuevo Virrey se realizaba en la sala principal de la UNMSM, en lo que ahora es el Congreso de la República, con un discurso a cargo del rector o algún profesor principal designado por este. Discurso que posteriormente fue confiscado por “real orden”.

En sus años de estudiante, y por las dificultades económicas de su familia, se vio obligado a agenciarse de fondos, y es así que se convierte en profesor de Agustín de Landaburo y Belzunce, hijo de una conservadora y aristocrática familia limeña, de quien luego heredaría su fortuna. Y es a través de esta familia que se vincula con personajes y otras familias de la alta sociedad limeña, de donde nacieron la Sociedad Filarmónica y la Sociedad Amantes del País, gérmenes del Mercurio Peruano.

¿Cuál era la situación de la educación médica y del médico en el Virreynato? Por aquella época, y hasta la sexta década del siglo XIX, los que ejercían la profesión médica estaban clasificados en 4 grupos:

a)      1. Los Sangradores. Que usualmente no tenían mayores estudios y aprendían de la práctica diaria. Constituían un rezago de los tratamientos instaurados por Hipócrates y también por nuestros antepasados.
b)      2. Los Cirujanos Romancistas. Que para ser titulados sólo tenían que acreditar el trabajar por algún tiempo con otro cirujano o en algún hospital.
c)       3. Los Cirujanos Latinos. De mayor nivel, puesto que rendían sus exámenes en latín de los cursos de arte, filosofía o teología, además de acreditar un trabajo hospitalario. Hasta aquí solo podían aspirar los que no eran “limpios de sangre”. Todos estos personajes fueron los que desprestigiaron la medicina en el Virreynato. El Diente de Parnaso, una obra que satirizó a los médicos, tiene su origen en este concepto.
d)      4. Los Físicos (Physicians = Médicos). Que serían los verdaderos médicos, a los que se doctoraba, tenían que ser criollos y “limpios de sangre”. Dos de los pocos médicos que no cumplieron con este requisito fueron los mulatos Juan Manuel Dávalos, quien estudió de Francia con científicos de primera línea como Lavoisier, y fue exonerado de esta prohibición por mandato directo del Rey, y el otro José Manuel Valdez, quien luego de ejercer como 10 años como cirujano latino obtuvo la dispensa para ser médico.
Debían ser bachilleres en artes, teología o filosofía y haber llevado cursos de medicina. Ellos podían recetar, purgar y sangrar.

Todos estos títulos eran asignados, al igual que en España, por una institución denominada el Protomedicato, cuyo jefe, llamado Protomédico, ostentaba el cargo de manera vitalicia, era designado por concurso y a su vez era el médico del virrey y catedrático de prima de la universidad. Los catedráticos principales dictaban en las mañanas y era los de prima y los asociados o auxiliares en la tarde, eran los catedráticos de vísperas. Vale decir, reunía en una sola persona lo que actualmente es el Decano de la Facultad de Medicina, El Ministro de Salud y el Decano del Colegio Médico.



Usualmente la designación del Protomédico era una cadena, quien sustituía al que fallecía era el que seguía en la línea de carrera universitaria. En el censo de 1790 existían en Lima 21 médicos para una población de 52627 habitantes.

Un primer detalle importante en señalar, y que amerita un análisis posterior, es que Hipólito Unanue postula al cargo de Protomédico en 1784, es decir apenas 3 años después de recibirse como Físico, obviamente no ganó. Quien se hace Protomédico en este concurso es Juan José Aguirre, quien recién deja este cargo a su fallecimiento en 1806, casi 20 años después, a muy avanzada edad, accediendo recién a este cargo Hipólito Unanue el 29 de Noviembre de 1807. Unanue tenía los méritos suficientes pero no estaba en la línea de carrera, sin embargo la opinión favorable del Virrey Abascal fue determinante e impuso su nombramiento.

¿Cuáles fueron los méritos que tuvo Unanue para llegar  al Protomedicato? Desde el punto de vista médico, por su carisma, su buen trato y probablemente por su apariencia física, fue el Físico de cabecera de las mejores familias de Lima de aquellos tiempos; fue también profesor o instructor de los descendientes de estas familias, destacando sobre todo los Landaburo, de quien posteriormente fue su albacea.

Unanue fue un hombre muy estudioso, conocía el latín y el griego, leyó mucho a los autores grecolatinos, se empapó de Hipócrates y Galeno. Se conoce de una autorización en que la Santa Inquisición le da permiso para poder acceder a libros prohibidos por esta.

Tuvo dos antecesores que parece marcaron su vida, uno de ellos Pedro Paralta Barrionuevo y el otro Cosme Bueno. Estos centraron la ciencia de la libertad, fuera de las ataduras dogmáticas de aquel entonces. Se dice que Cosme Bueno tuvo la mejor biblioteca de aquel entonces, y no hay mayores dudas que Unanue tuvo acceso a ella, allí leyó a Vesalio y a Morgani.

Es más, Bueno fue médico que por su amplia cultura humanística tuvo gran importancia, por aquellos días, publicaba anualmente los llamados almanaques donde hacía disertaciones sobre tópicos médicos, biológicos y climatológicos. Llegó a ser cosmógrafo mayor del virreinato, cargo que posteriormente ocupó Gabriel Moreno, otro de los personajes que influyó notablemente en Unanue. Este le dedicó su obra cumbre “Los climas de Lima”. Unanue, posteriormente, en 1793, ocupa este mismo cargo, y publica una obra hasta ahora consultada por los estudiosos “Guía Política, Eclesiástica y Militar del Virreynato del Perú.

Poco después determinó que se construyera en primer observatorio, de allí también que puede considerársele padre de los geógrafos o de los meteorólogos.

Artículo escrito por: Dr. Iván Vojvodic Hernández (Synapsis Nº1-1994)

viernes, 4 de diciembre de 2009

Sergio Bernales García: Pasión por la Docencia Universitaria


Nació el 9 de Setiembre de 1885. Se recibió de Médico en 1908, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue Médico del Hospital Dos de Mayo desde 1911, hasta los últimos días de su vida.

Se inició en la docencia universitaria en 1931, en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, como Catedrático Principal Interno de Nosografía Médica, y en 1940, Titular de la Cátedra de Clínica Médica, Nosografía y Terapéutica.

Como Jefe del Servicio “Julián Arce”, demostró su insobornable vocación docente y su gran versación clínica, ante sus alumnos y asistentes al Servicio.

Es desde su lugar como docente universitario, que Sergio Bernales demuestra su extraordinaria personalidad. Elimina la “Clase Magistral” y se acerca al alumno para entablar el diálogo. Cita a Houssay: “El éxito de la enseñanza está en relación inversa con la distancia entre el Profesor y el Alumno” y que “la enseñanza afianza su sentido cuando el profesor conoce a los estudiantes como personas y no como simples nombres”.

Esta faceta de su vida es la que ha concitado mayores discrepancias, no por el contenido espiritual del maestro o el contenido científico de sus lecciones, sino por la cualidad formal de su quehacer docente. En apariencia áspero, no conoció el eufemismo ni en la vida ni en la palabra. Su ceño increíblemente expresivo producía la imagen de un hombre bueno y tierno, con profundo amor por la juventud universitaria e inconmovible lealtad a lo que él consideraba su deber para con el altísimo encargo que había recibido de su Facultad.

No se recuerda maestro más homenajeado por sus discípulos que Sergio Bernales, varias promociones llevan su nombre. Era por título indiscutible el “Maestro de la Juventud San Fernandina”. La juventud percibe claramente quienes son los hombres rectos, honestos, sinceros y dignos, que educan con su ejemplo.

Como docente desempeñó su gran misión en múltiples campos: en el aula, en las salas hospitalarias, en los consultorios, en la revista que él fundara y en los más elevados puestos de la administración universitaria.

Fue, sin duda, la figura más esclarecida que ocupó la Secretaría de Facultad de Medicina. Le dio tal prestancia que convirtió ese puesto en la verdadera antesala de lo que sería el Decanato.

También fue Decano de la Facultad durante una de las más difíciles encrucijadas históricas de la Reforma Universitaria; ferviente cruzado de este movimiento, creyó con toda sinceridad en la participación estudiantil en el gobierno de la Universidad y lo manejo con maestría; haciendo de esa etapa del llamado “Cogobierno” una de las más fructíferas.

Maestro por antonomasia retiró su justificada renuncia en 1949 a pedido del estudiantado y cuando por la ley de los hombres debió retirarse de los claustros de San Marcos, tenía preparada las maletas, a los 74 años de edad, para ir a Trujillo a iniciar otra etapa de su magistral docencia.

Considerado como uno de los más sobresalientes clínicos de su época, fue fundador y Presidente de la Sociedad de Nuevo – Psiquiatría y Medicina Legal, miembro de la Sociedad Médica “Daniel A. Carrión”, de la Sociedad Peruana de Biología, de la Academia Nacional de Medicina, y de las Ciencias Físicas y Matemáticas.

Amante de todo lo concerniente a su profesión, también fue un infatigable gremialista.

Como síntesis de su vida, Sergio Bernales como médico vivió con hondura su amor y comprensión por el enfermo; como docente, veló con pasión por sus alumnos y como ciudadano llevó con humildad, a la par que altivez, su enhiesta rebeldía social y política.

El conocerlo y reconocerlo enorgullece a la profesión médica; a todos los que visten mandil blanco y sienten a su alrededor el mismo murmullo insatisfecho y esperando de la juventud estudiosa.

Hombre parco en la palabra, usó el gento y el ejemplo para dirigir y modelar a las nuevas generaciones y para forjarlas dentro del crisol de una severa moral cívica.

El día de su muerte, a los 74 años, había asistido como siempre a ver a sus enfermos y alumnos del Hospital “Dos de Mayo”.

Artículo escrito por: Dra. Rosa Falconi Sandoval (Synapsis NºIII-1994)