martes, 5 de mayo de 2009

El Hampicamayoc



Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), ilustre escritor e historiador peruano de la época de la conquista, de antepasados incas y españoles, describió a los llamados Hampicamayoc como personajes ligados al cuidado de la salud de la época más representativa del imperio incaico; fueron tenidos por médicos, no para curar a todos, sino sólo a los Reyes (Incas) y a los de su sangre y a los curacas y a sus parientes (Comentarios Reales de los Incas).

Entre los procedimientos más destacados señalaremos que los Hampicamayoc aprendieron que era una cosa provechosa, la evacuación por sangría y purga, donde se sangraban los brazos y las piernas. No era el procedimiento científico adecuado, debido al desconocimiento de la aplicación de la sangría ni la disposición de las venas, ellos procedían sobre las venas que estaban más próximas a la zona del dolor padecido. Cuando padecían cefalea intensa, se hacía sangrar la zona de la glabela (entrecejo), utilizando una lanceta basada en una punta de cristal de roca (Pedernal) sobre un palillo hendido como mango, el cual se coloca sobre la vena a sangrar y se golpea con un papirote; según relata Garcilaso, de esta forma abrían la vena con menos dolor que con las lancetas comunes.


Para aplicar las purgas tampoco procedían siguiendo un conocimiento sobre los humores, ni observando la orina, tampoco conocían la melancolía, la flema o la cólera. La purga se realizaba más bien teniendo salud que estando enfermos, y lo hacían ordinariamente cuando tenían síntomas de pesadez y sensación de llenura (apesgados y cargados). Para dicho procedimiento tomaban aproximadamente dos onzas del jugo de la Maca (descritas como raíces blancas que asemejan nabos pequeños), el cual era molido y dado a tomar en agua o en cualquier brebaje que ellos tomasen, siendo luego colocados frente al sol durante aproximadamente una hora para que el calor obrase en su acción.

El malestar es general en aquel paciente en purga, al inicio manifiesta síntomas de náusea (sensación semejante a los que se marean cuando entran al mar), vértigo (la cabeza siente váguidos y desvanecimientos) y parestesias (parece que por las coyunturas del cuerpo, venas y nervios andan hormigas) en brazos y piernas, a lo que prosiguen vómitos explosivos, así como cámaras diarreicas intensas, mientras dura el purgado, el paciente permanece en malestar general, mareado, pérdida del apetito y de la sed; incluso pareció ser útil como antiparasitario (“a vueltas salen lombrices, gusanos y cuantas sabandijas allá adentro se crían”). Terminada la purga, el paciente recupera su estado general, incluso manifiesta polidipsia y polifagia. Estos síntomas fueron descritos literalmente por el mismo Inca Garcilaso, quien tuvo que purgarse dos veces por un dolor de estómago que padeció en diferentes oportunidades.

La medicina de los incas tenía carácter primitivo y mágico. Creían que las enfermedades eran debidas bien a un pecado cometido, bien a la pérdida del alma como consecuencia de un susto o bien al ataque invisible de un hechicero. Los médicos o Hampicamayoc debían ser adivinos para hallar la causa de la enfermedad y adivinos para curarla. Las curas con hierbas eran lo más frecuente, pero los Hampicamayoc también realizaban intervenciones quirúrgicas como la trepanación.